Durante el periodo sexenal del Presidente José López Portillo quien como abogado y político alardeaba de una gran preparación académica e intelectual, tuvo que resolver conflictos internos que lo obligaron a la concertación, con grupos disidentes y resentidos por la persecución política de Díaz Ordaz y Echeverría Alvarez, habiendo sido reprimidos con toda la fuerza del Estado.
López Portillo enfrentó la petrolización de la economía, por lo que se pensó que vendría una gran riqueza para el país, porque el precio del petróleo crudo según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), estableció en 1976 el precio de 11 dólares por barril y para 1978 alcanzó un valor de casi 36 dólares por barril, triplicando el ingreso petrolero y anunciando el gobierno que, todos los mexicanos “tendríamos que prepararnos para administrar la abundancia”.
Con López Portillo, también se dio inicio a la Reforma Política para dar voz y voto a las voces disidentes del PRI, accedieron a las Cámaras del Congreso de la Unión a los representantes de la disidencia. Antes de concluir el sexenio de López Portillo y después de una gran dilapidación de los recursos públicos provenientes del petróleo, la situación económica se volvió caótica y la especulación monetaria de los banqueros y empresarios dueños del gran capital y dueños de México, obligaron a López Portillo a tomar medidas radicales, como la nacionalización y expropiación de los bancos, dificultando en lo general la solución de conflictos sociales por la falta de recursos económicos disponibles para ese fin.
El Fondo Monetario Internacional prestó dinero a México, condicionado al ejercicio de un reducido presupuesto, manteniendo los salarios más bajos de que se tenga memoria y de nada sirvieron los descubrimientos de los yacimientos petroleros en Chiapas, Tabasco, la Sonda de Campeche y el Paleocanal de Chicontepec, del que tanto alardeó ingeniero Jorge Díaz Serrano, compadre y socio de George Bush en la compañía exploradora Perforaciones Marítimas del Golfo.
Al inicio del sexenio de López Portillo se restablecieron las relaciones diplomáticas entre México y España. En 1979 López Portillo auspició la visita del Papa Juan Pablo II y mediante un acercamiento con la Iglesia Católica, se inició el camino para reanudar relaciones diplomáticas con el Vaticano.