El control de la información a nivel nacional, que ha sido competencia exclusiva de la Secretaría de Gobernación, quedó rebasado, por las redes sociales que los consumidores digitales han venido construyendo, con mayor complejidad y sofisticación, apoyados en los artículos 6 y 7 constitucionales. El empoderamiento de cualquier bloguero tiene como único límite, su habilidad para navegar en el internet y en cuestión de segundos se posibilita la comunicación a todo el mundo.
Si antes una publicación en periódicos o revistas, molestaba particularmente al Jefe del Ejecutivo Federal, el cierre de la publicación era inminente, argumentando la Secretaría de Gobernación, que la publicación transgredía el respeto a la vida privada; la paz pública y la moral y quien determinaba el contenido y alcance de tales limitaciones establecidas también en la Ley de Imprenta era la Dirección General de Publicaciones, de la propia dependencia gubernamental.
El trato del Gobierno de respeto a la libertad de expresión, manifestación de las ideas, y de acceso a la información, se suma ahora a las tecnologías de la comunicación, y alcanza también a la radio, a la televisión y a cualquier otro medio de información. El movimiento estudiantil de 1968 y la represión que culminó con miles de jóvenes muertos y desaparecidos, se puede considerar como el parteaguas de un Nuevo México de libertades, incluyendo de manera preponderante, la libre expresión y manifestación de las ideas; y la libertad de prensa.
Pero en México, la lucha por la libertad de prensa, desde siempre, ha sido sin tregua y sin descanso. Sus actores principales son los valientes comunicadores, muchos de los cuales han sido agredidos, perseguidos, encarcelados y asesinados, por el simple hecho de tocar intereses políticos, económicos o de las bandas de la delincuencia organizada que han sentado sus reales en casi todo el territorio nacional.
Mexico es señalado por la comunidad internacional de periodistas y comunicadores, como uno de los países de mayor riesgo para el ejercicio periodístico, de ahí que quienes afirman que la democracia de un país se mide por la libertad de prensa, reprueban a México y a sus gobernantes, por la falta de libertad de expresión y de denuncia, que impide el trabajo de los medios de información, sin contar con las garantías que debiera proporcionar el Estado Mexicano.