Ha iniciado el proceso de renovación de la dirigencia nacional del PAN y tal parece que los militantes de ese partido no aprendieron la lección.
Las y los integrantes del grupo Anayista se han hecho del control del proceso y perfilan al todavía coordinador de los diputados federales, Marko Cortés, para que ocupe la presidencia del partido, lo que sin duda, sería una posición de Ricardo Anaya.
El ex candidato presidencial es un joven brillante, que ha sabido crecer en la política y que tristemente para él, pasó de verde a podrido, sin pasar por maduro.
La sed incansable de poder, la ambición desmedida, le llevaron a ejercer una presidencia que dejó al PAN no dividido, sino hecho añicos.
El resultado de la elección fue claro y contundente. Si a eso le sumamos la inacción de distinguidos panistas durante el proceso electoral y los liderazgos que lo abandonaron, ya sea para irse con López Obrador, con Meade o por la vía independiente, dejan como saldo un panismo en crisis interna como tal vez no se le había visto antes.
Pero no contento con eso y ante la todavía posibilidad de que actúen legalmente en su contra, Anaya busca blindarse, aferrándose a su partido, vía Marko Cortés, para seguir teniéndolo como botín y tratar de utilizarlo como arma política.
Eso de que irá a dar clases y dejará la política, muy pocos se lo creen. Saldrá, eso sí, un tiempo de la escena pública en lo que se calman los ánimos y se olvidan las campañas, pero no dude que regresará. No se va a quedar así.
De concretarse una presidencia nacional panista dominada por el grupo de Anaya, mal futuro le espera a un partido que supo históricamente ser oposición, mantenerse fiel a sus principios y liderar la batalla por un México mejor.
Pero Anaya y los suyos no son ni de broma Gómez Morín, González Luna, Luis H. Álvarez, Luis Calderón, Castillo Peraza, entre otros mexicanos y mexicanas que amaron a México y antepusieron el interés superior de sus ideales al personal.
Por el bien del PAN y por el bien de una oposición responsable que México va a necesitar, las y los militantes deben pensar muy bien si retoman sus principios fundadores o terminan de desgraciar al partido entregándolo al grupo de Anaya.
Y del panismo Veracruzano ni hablamos. Este está mucho peor que el nacional. Sin remedio.





