Cuando las instituciones estatales destinan una buena cantidad de recursos públicos para patrocinar el asistencialismo mediante programas como el otorgamiento de las becas anunciadas por el Gobierno federal, a los jóvenes que no estudian ni trabajan, y que dependerán económicamente del subsidio federal, es cuando se presenta el asistencialismo social.
Políticas que bien orientadas para que todos aquellos jóvenes que no cuentan con recursos para estudiar y que no han tenido oportunidad de trabajar para ser independientes y progresistas con objetivos bien definidos, seguro que tales acciones tendrán como resultado el reconocimiento al gobernante que con esa brillante idea, evitará el fracaso, la frustración y la desviación de quienes por necesidad se obligan a delinquir.
Ahora que si como se ha anunciado, los empresarios mexicanos están dispuestos a recibir en sus negocios y factorías a los jóvenes becarios, para proporcionarles la capacitación para el trabajo y la experiencia que levante su espíritu y los vuelva útiles para continuar en busca de oportunidades, el círculo podría cerrarse y los que ahora cuentan con esas becas que se otorgarán a quienes cubran el único requisito, de ser jóvenes desempleados, en 2 o 3 años más, los lugares desocupados serán puestos a disposición de otros jóvenes que así lo requieran.
Lo malo de la propuesta del Presidente López Obrador sería que sus colaboradores encargados del programa de becas a los jóvenes, pretendieran una manipulación clientelar, para sumarlos obligatoriamente al partido MORENA, porque en ese caso se estarían utilizando recursos públicos para un provecho político partidista, que resultaría deleznable y haría caer a sus autores en diversos ilícitos de los que tendrían que responder ante las autoridades competentes.
El reto para el gobierno federal, sería no desviar los buenos propósitos de oportunidades para los jóvenes, evitando los errores de la ex titular de SEDESOL, Rosario Robles Berlanga, encargada de los programas destinados a disminuir la pobreza, cuyo destino jamás llegó a disminuir la pobreza, pues al final del gobierno del ex presidente Enrique Peña Nieto el número de pobres sigue siendo de 53 millones de mexicanos, abandonados a su suerte.
Y las acusaciones contra la ex titular de la SEDESOL, por la comisión de los fraudes para desviar esos recursos con las famosas empresas fantasma, hechos y conductas que permanecen todavía en la impunidad.