Ausencia de una visión de futuro de la clase trabajadora, que apenas vive al día

El cambio de sistema político de la 4ª transformación impone nuevas formas de vida, por la austeridad republicana presidencial, que no acepta malgastar el dinero público y combate los latrocinios desde el gobierno, impidiendo la coexistencia de un gobierno rico frente a un pueblo pobre. Esa austeridad debe procurar el respeto a la dignidad de las personas y a los Derechos Humanos de los que menos tienen.

La prisa de AMLO y su gabinete se impone por el término de 6 años que es el tiempo de vigencia de cada periodo gubernamental, y que ha hecho que la clase media ponga atención para resolver las eventualidades que se presentan por enfermedades, pérdida del empleo, cuentas por pagar, seguro de desempleo y el más importante de todos, el seguro médico de gastos mayores, que soluciona imprevistos que nadie desea sufrir, pero que todos estamos expuestos a padecer en algún momento de la vida.

Las encuestas de los últimos años, levantadas por las compañías aseguradoras, revelan que del 62% al 70% de los mexicanos de las clases medias productivas, no se preocupan por tener una planeación con visión de futuro; y la falta de previsión por exceso de confianza de que no nos ocurrirá a nosotros, sino a otras personas, es la causa de la desidia y muy pocos son los que piensan en la falta de dinero para pagar deudas por financiamiento en la compra de casas, vehículos o pagos de tarjetas de crédito.

Ya el interés de las familias jóvenes, que procuran el ahorro para el pago de la educación de los hijos y para mantener el nivel de vida alcanzado y superarlo si fuera posible, resulta muy loable y sobre todo, en una competencia cada vez más difícil que produce en muchos casos, inestabilidad y frustración con la consecuente desintegración familiar.

La preocupación del Presidente AMLO por optimizar los gastos en el Gobierno, que incluyen desde la reducción de salarios de los más altos niveles en los tres Poderes del Estado, hasta eliminar puestos burocráticos innecesarios y el riguroso control del gasto público en todas las dependencias del gobierno federal y las desaparecidas delegaciones en los estados a través del sistema de compras consolidadas, darán sin duda, óptimos resultados en el gasto público.

Ahora si, los mexicanos estamos obligados a llevar un estricto control de nuestras economías personales y familiares, con la visión de futuro que impone la previsión de todo tipo de eventualidades.