Para fijar un posicionamiento imparcial en el caso de Venezuela, habría que conocer la actitud dictatorial de Nicolás Maduro como presidente y valorar el infinito número de acusaciones y señalamientos que hacen los venezolanos en contra de su presidente; la famosa doctrina Estrada invocada por el canciller Marcelo Ebrard, resulta obsoleta y superada en el concierto internacional del naciones.
A Nicolás Maduro, fundamentalmente se le imputan violaciones múltiples a los Derechos Humanos contra su pueblo; así como la privación de la libertad, necesaria para expresar la voluntad democrática de la mayoría, que está dispuesta a ungir con su voto, al presidente que le dé un nuevo rumbo político, económico y social al país donde nació el prócer latinoamericano Simón Bolivar.
La posición de México, que a los opositores del Presidente López Obrador no les ha parecido en principio, acaba de ser modificada y bien aceptada tanto por los venezolanos, como por el Presidente de Uruguay, quien se dijo dispuesto a participar con el representante de México, en una mediación que busque la solución equilibrada, equitativa e inmediata, que ponga fin al reclamo de cada una de las partes en pugna.
Por otra parte, ningún valor tienen las expresiones críticas de los expresidentes Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, puesto que ninguno de ellos fue respetuoso de la democracia y de las libertades de los mexicanos; además de que dispusieron en su provecho personal, de los recursos públicos que hoy aplican en el dispendio y las excentricidades en las que viven Vicente Fox y su esposa Marta Sahagún, en el Centro Cultural que lleva su nombre, precisamente en su Rancho San Cristobal, en Guanajuato; y Felipe Calderón viaja por todo México y el extranjero, con todas las comodidades de un potentado, impartiendo conferencias y promoviendo la formación del Partido LIBRE con la participación por delante de su esposa Margarita Zavala de Calderón.
Por su parte, Enrique Peña Nieto, sabe bien que más vale guardar silencio y vivir en el ostracismo, pues los daños políticos y económicos que dejó su gobierno a nuestro país, serán de difícil o imposible reparación. Es por ello que el licenciado López Obrador, tiene todo el respaldo de su pueblo, por su trayectoria como un demócrata y luchador social, y cuenta con un prestigio internacional para ofrecer la mediación en la solución del conflicto que vive Venezuela.