La fuerte personalidad que encarna el Presidente de la República en el sistema político mexicano, ha permitido que el estilo personal de gobernar del Titular del Poder Ejecutivo se imponga en cada sexenio; así lo escribió el Politólogo Daniel Cosío Villegas en 1974. En aquel tiempo la fuerza indiscutible del PRI, dio lugar a la expresión coloquial de que, para ganar una elección solo hacía falta “un voto”, el del inquilino de Los Pinos y Palacio Nacional.
Nada ha cambiado desde entonces, puesto que con el voto del Presidente en turno, sin importar quien sea el candidato de su Partido, seguro alcanzará el triunfo en las elecciones locales, tal como lo veremos en el proceso electoral para gobernar Puebla, si es que resulta que el cambio político tan cacareado, sólo ha sido para que nada cambie y todo siga igual.
La ausencia de la bien llorada Erika Alonso de Moreno Valle, complica el escenario electoral, que dependerá de la operación política a cargo del partido gobernante, de los opositores principalmente del PAN; del control del INE en coordinación con la FEPADE y de la Secretaría de Gobernación, debido a que la responsabilidad y limpieza de la elección, contará con la vigilancia y escrutinio de todos los representantes de Partidos y candidatos, en especial de la Presidenta de MORENA Yeidckol Polevnsky, mujer de todas las confianzas de AMLO.
Por la misma razón que la manipulación y acarreo de votantes es una práctica viciosa no desaparecida, resulta obvio que siempre será el partido gobernante, el que imponga a sus candidatos como aseguran los blanquiazules que sucederá con el ex Perredista Miguel Barbosa.
La oposición que tratará de vencer a Barbosa, va a explotar al máximo el fatídico accidente en que perdieron la vida el matrimonio Moreno Valle – Alonso y los pilotos del helicóptero; más aún porque por las pesquisas que se dieron a conocer por el subsecretario de SCT Carlos Morán, todavía no dan luz sobre la causa de este penoso percance aéreo.
El Estado de Derecho y las instituciones democráticas, tendrán que imperar por encima de los intereses personales o partidarios en la elección de gobernador poblano, para que llegue la legitimidad y desaparezca el fantasma del accidente aéreo, que enlutó al pueblo y gobierno del estado de Puebla, en medio de suspicacias y perversas elucubraciones.