Han transcurrido apenas algunos días de la dirigencia estatal priista encabezada por Marlon Ramírez, y poco a poco se ha ido percibiendo el estilo personal de su liderazgo.
Vemos que de entrada, el ex Subsecretario de Gobierno le está imprimiendo un sello de inclusión, de acercamiento con la militancia y de hacer a un lado egos exacerbados para dar paso a un comité alejado de la soberbia del pasado reciente. Es decir, más humildad en el buen sentido de la palabra y menos protagonismo rancio que nunca ha servido para maldita sea la cosa. Así que vemos a un presidente del CDE del PRI más cercano no sólo a las autoridades emanadas de ese partido sino con un trato más cálido y humano hacia los militantes de todos los rincones del estado. Así que los líderes de colonias, de seccionales, se han acercado a su dirigente y éste se ha acercado a ellos, en un plan de escuchar inquietudes, propuestas y –por qué no- hasta quejas y protestas. Ya no son los tiempos en que la cabeza del partido se encerraba en la comodidad del aire acondicionado de la oficina.
Pero acaso el aspecto más importante de esta nueva dirigencia es que Marlon no se va a confrontar con los líderes de las distintas expresiones políticas que conforman a ese partido. Al contrario, el regidor porteño con licencia buscará ser siempre ser factor de unidad entre todos los grupos. Bien.