La compañera Rosario

Su militancia siempre fue un cálculo político: era un cer(d)o a la izquierda

Egresada de la Facultad de Economía de la UNAM en la década de los años setenta, Rosario Robles vivió la efervescencia final de las protestas estudiantiles del 68.

Quizá el contexto la influyó para convertirse en activista: la peña, Allende, Mao, Fidel, Cabañas, Vázquez Rojas, la lucha contra la Guerra de Vietnam, el movimiento hippie, en fin, años de agitación social que impactaron a los jóvenes que buscaban el cambio.

Pasó el tiempo y surgió la protesta del Consejo Estudiantil Universitario en la rectoría de Jorge Carpizo, de ahí el brinco a la política profesional en el PRD fue mero trámite, eficaz oradora, pronto ganó la confianza de Cuauhtémoc Cárdenas, que la dejó como su sucesora en la jefatura de Gobierno de la CDMX.

A diferencia de su etapa estudiantil, en el Palacio del Ayuntamiento la señora Robles cayó seducida por el poder: ropa de diseñador, vuelos privados, Vega Sicilia, novio argentino y víctima de su torpeza, cuando un día la perversidad de Carlos Salinas, la hizo montarse una banda presidencial bajo los humos de añejado tinto: ya me vi…fantaseó.

Defenestrada por sus antiguos compañeros por el caso Publicorp, Rosario se echó en brazos del entonces emergente Enrique Peña Nieto, conociendo las dos alternativas, se olvidó del activismo y se decantó por la frivolidad.

Hoy la compañera Rosario está en la picota, como Caperucita Roja, eligió el camino corto.