Marranos y chillones

Antes de insultar, es recomendable verse al espejo
El subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta Saucedo, tuvo la ocurrencia (no creemos que sea política de Estado ¿o sí?) de tuitear lo siguiente desde su cuenta @Ricar_peralta: “A chillidos de marrano, oídos de chicharronero. #Refrán de #FelizLunes”.
El exabrupto (que no tuvo el decoro de eliminar, o sea, es bien machín), fue pocas horas después de que la Caravana por la Paz arribó al zócalo de la Ciudad de México y de sobra sabemos, que en política no hay coincidencias.
Así pues, el segundo en el mando del ministerio del interior, considera adecuado sugerir que la oposición es una piara de marranos y que por más que chille, el gobierno de la 4T se mantendrá impávido.
Para poner las cosas en perspectiva, revisemos las acepciones que nos ofrece la RAE para la palabra marrano: a) cerdo, b) persona sucia y desaseada, c) persona grosera y sin modales, d) persona que procede o se comporta de manera baja y rastrera, e) dicho de un judío converso: sospechoso de practicar ocultamente su antigua religión.
Pues bien, si el otrora señor ministro se limpiaba el culo con el pueblo, para el señoritingo viceministro basta con hacer chicharrón a los opositores, eso sí, sin asomo de culpa.
Es tiempo de irse a confesar.