En estas circunstancias, no hay edad, ni género, ni oficio que se salven
Todos los días nos enteramos de levantones, secuestros, balaceras, asaltos y un largo etcétera de crímenes que nos restriegan en la cara, que podemos ser víctimas de estos ilícitos. El tradicional ¡cuídate mucho!, dejo de ser un lugar común, para convertirse en un modo de actuar, nos conducimos desconfiados, con los sentidos alerta, es lo de hoy.
Pero en este andar, sólo contamos, cuando se presenta, con la solidaridad social, porque el Estado no responde a su función primaria: brindarnos seguridad y lo peor, nos ataca.
En Xalapa, los retenes policíacos, armados hasta los dientes, se dedican a detener motociclistas y automovilistas, que son revisados con ferocidad, obvio, siempre encuentran alguna falta, por lo que ocurre la extorsión o los remiten al corralón.
El martes, un camión de granaderos de Seguridad Pública, se apersonó para desalojar a una anciana de su vivienda en el centro histórico de la capital. Caiga quien caiga fue la premisa.
En Ciudad Isla, personal de la Fuerza Civil, aporreó a un grupo de periodistas que reporteaban un enfrentamiento entre manifestantes y los mencionados genízaros. Además, dispararon sus armas para intimidar (esperamos que sólo hay sido eso), a la ciudadanía.
Así pues, estamos a dos fuegos: el de los malos oficiales y el de los oficiosos.