No es la primera vez que quienes cuidan la salud de los mexicanos levantan el puño en demanda de justicia, pues hay que recordar que entre los años 1964-1965, las instituciones de salud del país vieron desfilar a miles de profesionales de la medicina, que reclamaban además de prestaciones laborales, mejor equipamiento en clínicas y hospitales y el otorgamiento de plazas para médicos y enfermeras egresados de las universidades públicas y de las escuelas e institutos de enfermería.
La movilización médica cobró fuerza por la actitud represiva y arbitraria asumida por el Presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien ordenó despedir de sus empleos a quinientos médicos, a los que se sumaron otros trescientos doctores, cuyos nombres aparecieron en una lista negra para cerrarles fuentes de empleo, en el sector Salud del Gobierno Federal y de los Estados.
Por si fuera poco el repudio popular al régimen de Díaz Ordaz, las fuerzas represivas se encargaron de la detención y encarcelamiento de los principales dirigentes de la protesta médica, acusándolos del delito de “disolución social” y los médicos pasaron varias semanas encarcelados en la prisión de Lecumberri, considerado entonces como “El Palacio Negro”, donde muchos internos perdieron la vida durante su reclusión.
Han transcurrido doce días desde la noche en que tres estudiantes de medicina a bordo de un vehículo Uber, se trasladaron (en plan de diversión) al Carnaval de Huejotzingo en el Estado de Puebla y sin que a la fecha se cuente con una versión clara de los acontecimientos, al día siguiente fueron encontrados a inmediaciones de dicho lugar , los cadáveres de dos estudiantes originarios de Colombia y uno de Xalapa, Veracruz; más el chófer del Uber, quienes al parecer fueron torturados y asesinados por desconocidos, que las fiscalías del Estado y de la República, no han podido identificar.
La marcha de las batas blancas debe triunfar, aunque tenga que llegar hasta sus últimas consecuencias. Nadie merece morir víctima de criminales desalmados, que se aprovechan de las agravantes de premeditación, alevosía y ventaja, para privar de la vida a otros, ante la pasividad y tolerancia del Gobierno, que impide la detención y encarcelamiento de los chacales asesinos de tres promesas de la medicina y un hombre trabajador.





