Coronavirus revive recuerdo de la influenza AH1N1 y el "Niño Cero" de Perote

En 2009, los primeros casos de la llamada “gripe porcina” que se confirmaron en el país, surgieron en Veracruz.
El pequeño Édgar Enrique Hernández Hernández, quien en 2009 tenía 5 años, fue la primera persona en contraer el virus AH1N1, presuntamente por la contaminación de residuos de granjas de cerdos, a pocos kilómetros de La Gloria, comunidad perteneciente al municipio de Perote, donde actualmente vive.
Después de varios estudios, dicha granja fue descartada por el gobierno federal: que no era la que contaminaba.
El pequeño Édgar fue mejor conocido como “Paciente Cero” o el “Niño Cero”, luego de caer enfermo el 17 de marzo de 2009 y de haber permanecido enfermo de la gripe durante varios días; finalmente recuperó la salud y continuó con su vida.
No obstante, se hizo famoso al lado del gobernador Fidel Herrera Beltrán, quien lo llevaba incluso a eventos públicos y le hizo una estatua en La Gloria.

La efigie, de 1,30 metros de altura y un peso de 70 kilogramos, se elaboró a petición de las autoridades de Veracruz para simbolizar la victoria sobre el virus AH1N1 y, según, para atraer turistas.
Para el 23 de marzo de ese año, en La Gloria ya se registraban cerca de 1,300 personas con malestares, de las cuales 450 fueron diagnosticadas con infecciones respiratorias graves y les recetaron descanso y medicamento.
Para abril de 2009, el virus H1N1 había matado a 154 personas solamente en la Ciudad de México, y para el final de la crisis, se contabilizaban 70 mil 715 casos confirmados, con mil 172 muertes en todo el país.
“NO TENÍA AMIGOS, FUE UNA ETAPA MUY TRISTE DE MI INFANCIA”
En aquel entonces, el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán afirmó que La Gloria emergió con saldo blanco del brote de influenza, aún cuando muchos le querían endilgar la responsabilidad de ser el origen de la pandemia-
“Los médicos veracruzanos lograron detectar, aislar y curar las infecciones del virus A H1N1, aun con métodos rudimentarios, como son paracetamol y amoxicilina”, presumió el aquel entonces ejecutivo estatal.
Han transcurrido 11 años del niño que fue el “Paciente Cero” de la gripe A en México, inmortalizado en una estatua el 26 de mayo del 2009.
Édgar, a sus 16 años nos platica previo a la entrevista: “Soy un joven honesto, sincero, trabajador; ayudo a mis padres y a mis dos hermanaos de 14 años y uno de 8 años”.

“Fue muy frustrante; no tenía amigos, me hacían a un lado, fue una etapa muy triste de mi infancia –comenta al inicio de la entrevista– Todo empezó por una tos, de ahí vinieron una gripe, dolor de cabeza, vómito, fiebre, inclusive en ocasión con diarrea. Recuerdo que antes de que llegaran las autoridades me llevaron en seguida al Centro de Salud de este pueblo y me realizaron estudios donde salí positivo. Tuve un reposo de un mes y medio, me dieron tratamiento, tomando cítricos, o alimentos nutritivos que mi mamá me preparaba”.
“La gente nos tachaba; que éramos las peores personas de este pueblo”.
Explica que en su pueblo se producen productos del campo, pero llegó un momento donde la gente les decía que éstos estaban contaminados; que incluso la gente les reclamaba porque no tenían ventas.
QUIERO REGRESARLE EL FAVOR A LOS DOCTORES QUE ME SALVARON LA VIDA
Édgar estudia actualmente la preparatoria. Quiere estudiar medicina para regresarle el favor a los doctores: “ellos me salvaron la vida”.
Comenta a los reporteros: “Venía mucha gente a visitarme y ahora ya no viene nadie”.

Mientras se deja fotografiar junto a su ahora descuidada estatua que le hicieron en el parque del pueblo, nos platica que él trabaja con su mamá para ayudar a su familia y a su vez ser independiente. Su labor en el campo es por la siembra y cosecha de frijol, haba, papa, maíz, brócoli, cebolla, lechuga, ajo, cilantro, jitomate y chiles, con un horario de 7 de la mañana hasta las 16 horas, de lunes a sábado.
Ahorita que el Coronavirus está en fase 3, Édgar hace una recomendación: “Yo le pido a toda la gente que lo tomen en serio, en calma y sobretodo se encomienden en Dios y quedarse en casa”.
SIEMPRE ME ENCOMENDÉ MUCHO A DIOS: DOÑA MARÍA DEL CARMEN
Su señora madre, la Sra. María del Carmen, nos cuenta que cuando su hijo tenía 5 años y le habían diagnosticado la influenza, se le vino el mundo para abajo.
Relata que cuando le realizaron los estudios a su hijo, estos papeles se los llevaron a Xalapa, de ahí al Puerto de Veracruz y por último a la Ciudad de México para ser valorados: “cuando ellos nos avisaron que me hijo tenía la influenza, él ya estaba saliendo (…) yo siempre me encomendé mucho en Dios, nunca perdí la fe”.