AMLO en Xalapa

CONTRACOLUMNA
“¿Qué derecho tiene un señor o señora de creer que por escribir una columna tenemos que creer que es verdad lo que dice?”.
José Saramago
AMLO en Xalapa
Atanasio Hernández
Una protesta “de lujo” fue el preámbulo de la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Xalapa. Digo que de lujo, porque a diferencia de las manifestaciones populares, los miembros del autodenominado Frente Anti-AMLO no marchan, sino que pasean tocando el cláxon en sus automóviles, sobre los que colocan cartulinas en las que piden al Mandatario que se vaya.
A lo mejor sea porque tratan de guardar la “Sana Distancia”, lo que no es tan creíble porque en el interior de algunas unidades viajan tres o más personas. Son como esas caravanas que promueven a las candidatas a reina escolar o alegran el Carnaval jarocho, aunque se parecen más a las viejas “protestas” de los panistas en los años ochenta, que terminaban en algún negocio de hamburguesas o restaurante de moda.
No fue un domingo cualquiera. Desde el púlpito, el arzobispo Hipólito Reyes Larios reclamaba a las autoridades del Gobierno Estatal y municipales que hubiesen permitido “actos vandálicos” en días pasados, como pintas con consignas proaborto en templos religiosos y daños a comercios y bancos, a manos de “anarquistas” encapuchados.
“Le pedimos a Dios y a las autoridades que esto no se vuelva a repetir”, dijo el prelado, quien se quejó porque la postura de los mundanos fue que debían presentarse denuncias ante la Fiscalía. Y que sepamos, hasta el momento Dios tampoco ha respondido.
Pues la cosa es que el Presidente llegó a Xalapa, desde donde se transmitió su conferencia de prensa “Mañanera”. Hubo de todo. Un mensaje del gobernador Cuitláhuac García; el informe del secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, sobre la incidencia delictiva en la entidad, y el titular de la Profeco, Ricardo Sheffield, quien hizo gala de buen humor al hablar sobre los precios de la gasolina en distintos establecimientos del país.
Vino la sesión de preguntas, en la que reporteros de la Ciudad de México alternaron con sus colegas locales. López Obrador se refirió a quienes protestan –sus malquerientes–, como ciudadanos que tienen todo el derecho de mostrar sus inconformidades y a manifestarse, y al grupo de gobernadores que se le opone, como “politiqueros”, no como golpistas o separatistas, sino más bien como “ensarapados”.
Antes de que partiera rumbo a Perote, dos manifestaciones más. La de representantes de colectivos que buscan a personas desaparecidas y los antorchistas, quienes fueron a la Plaza Lerdo para exigir lo de siempre: pesos, prebendas, servicios, terrenos, impunidad y… un largo etcétera.
Pero a pesar de los pesares el presidente López Obrador vino a Xalapa, como lo hizo el 2 de diciembre de 2018, un día después de tomar posesión, tal vez por la pura alegría de celebrar la derrota del clan de Miguel Ángel Yunes, o posiblemente porque nos la debía. De hecho, no estuvo aquí el 31 de diciembre de 2017, cuando rindió protesta el presidente municipal Hipólito Rodríguez, como ganador de la primera capital de un estado para Morena.
Ese día, por cierto, quien se presentó sin invitación fue el todavía gobernador Yunes Linares, quien en su afán de protagonismo prometió apoyo total a los xalapeños. No sólo no cumplió, sino dedicó su mayor esfuerzo a llenar de piedritas el camino ese primer año a la administración entrante.
Constantes tomas del Palacio Municipal a cargo de organizaciones mercenarias, con actitudes violentas y hasta el “secuestro” de empleados y ciudadanos caracterizaron la política estatal hasta el último día de su reinado. Aunque ésa es otra historia…
A propósito de Hipólito Rodríguez, esta vez no sólo fue invitado a la conferencia de López Obrador. Le sentaron –con sana distancia–, atrás de Cuitláhuac García y de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y al final del evento platicó con el Presidente, con quien caminó en las instalaciones de la 26 Zona Militar.
¿De qué hablaron? No lo sé. Eso de leer los labios no es lo mío.