A El Marro el amor paternal le tendió una trampa. Fue una llamada telefónica interceptada por autoridades federales en la que planeaba visitar a su hija por motivo de su cumpleaños el pasado fin de semana, la que llevó a un operativo en el que no pudieron capturarlo pero sí le costó la libertad a su madre, su hermana y su prima.
De acuerdo a información confirmada por MILENIO con fuentes de primer nivel, fue el viernes cuando del Centro Nacional de Inteligencia detectó una conversación telefónica en la que José Antonio Yépez Ortiz, El Marro tenía contemplado romper el confinamiento y hablaba de su posible presencia en el festejo.
Las autoridades planeaban que el líder huachicolero pasara el Día del Padre tras las rejas. Pero otra vez fallaron.
Desde la Ciudad de México, en cuestión de horas, se orquestó un operativo en el que no se permitiría la participación de ninguna otra autoridad para evitar filtraciones. Salieron el sábado por la mañana rumbo a Guanajuato y tenían detectado un rancho de la comunidad rural de Celaya en donde, se estimaba, que sería la fiesta.
Sin más detalles, a la Fiscalía General del Estado de Guanajuato le pidieron apoyo para los cateos de último momento y así evitar tropiezos como sucedió con la captura de la esposa de El Marro a quien tuvieron que dejar en libertad por falta del papeleo legal básico.
La fiesta que escuchó el Centro Nacional de Inteligencia resultó ser el pago de nómina a la base social del cártel de Santa Rosa de Lima. La mayoría de ellas mujeres y varias menores de edad que servían a los sicarios por no más de tres mil pesos.
Aunque el Ejército prefirió actuar solo, tuvieron que pedir ayuda al gobierno estatal cuando en el camino se toparon con tres camionetas de donde descendieron 20 personas apedreándolos para que no se acercaran y otros más comenzaban a brincarse las bardas para sumarse a los ataques contra los soldados. En total, 300 elementos de las fuerzas estatales acudieron al apoyo para que las tropas federales pudieran avanzar.
El Marro no estaba en el lugar que esperaban. Tampoco había fiesta ni estaba su hija. Pero sí estaba María, la madre del criminal quien en un primer momento se presentó con otro nombre y cuya identidad los soldados desconocían hasta que fue confirmada por autoridades estatales.
Hasta ahora, no se ha logrado confirmar que María haya actuado en un acto ilícito pero estaba en el lugar equivocado. En un rancho con una maleta con dos millones de pesos para pagar a los colaboradores del cártel de Santa Rosa de Lima, donde había armas, droga y vehículos robados.
María terminó tras las rejas igual que su esposo, mientras su hijo sigue retando a las autoridades. El Marro no visitó a su hija para que le festejara el Día del Padre ni pudo felicitar al suyo en la cárcel. Solo le quedó seguir huyendo, con lo poco que aún tiene y la rabia de haber llevado a su familia a prisión