Si y sólo si se voltea la pirámide del poder público habrá 4 transformación y la reivindicación de la revolución mexicana

Le tiras pedradas a algunos partidos
Enjuicias personas al aire y en vivo
Olvidas noticias sobre la guerrilla
A todos los fraudes les cambias las cifras
Por todo el planeta tienes a tu gente
Porque es tu trabajo que nadie se entere
De pronto aparecen noticias urgentes
Pues del protocolo eres un alcahuete
Porque te conviene tener ignorante
A la gente que viene, eres mal informante
Hay un periodista que altera noticias
En un noticiero que está en Televisa
Que no te haga bobo Jacobo (Ciro)

Molotov.
“No se puede tapar el sol con un dedo”, es y fue el instinto depredador y corrupto de la clase política que degradó y degeneró al Estado Mexicano y sus instituciones.
El periodo post revolucionario creó un poder público piramidal, vulnerable y propicio para el deshago de los apetitos, se suma a esto, la estructura psíquica de masas del mexicano necesitado de una figura parental mágica, y la tradición prehispánica del gran Tlatoani, omnipresente, omnisciente, que se mimetizó en los asuntos de la res pública, incluso como una normalidad cultural, pública y psíquica, por lo que todo intento de una transformación pacifica, también la podemos nombrar “revolución”, tiene que pasar por restituir la funcionalidad del Estado mexicano y sus instituciones, y consolidar una la cultura de la transparencia, legalidad, honestidad, y ética con que deben conducirse los que gobiernan y los políticos, pero también, los empresarios y los ciudadanos, a partir de ahí, creo que vamos a poder construir un nuevo modelo político que fortalezca una democracia realmente participativa e incluyente en el acto de gobernar, y un sistema de partidos con diferencias ideológicas y políticas que contribuya a la división de poderes, y no como una formalidad de la teoría política, sino fundamentalmente, educando a su militancia y simpatizantes en las cuestiones de la polis y de la sociedad, educándolos en la cultura de la higiene social, la solidaridad y la paz.
Particularmente creo que la mejor forma de nombrar éste momento histórico que vive México, es señalándolo como una reivindicación de la revolución mexicana, una corrección del desvío histórico de sus fines, puesto que no logró sus propósitos ni ideales de justicia social, ni honró la sangre derramada por miles de mexicanas y mexicanos, degenerándose durante el periodo de retroceso post revolucionario, el punto histórico de inflexión lo podemos ubicar en el asesinato de Francisco I Madero, en una dictadura democrática “perfecta” de simulación y corrupción, práctica de la clase política que se ha vivido con una pasmosa normalidad, “el que no tranza no avanza”.
Hay un intento visceral y enfermizo por evitar ver esa diferenciación del antes y el después, que tiene que ver con una transición democrática necesaria e ineludible, si se quiere resolver los graves problemas y perfilar a nuestro México a un futuro mejor, y la revuelta pragmática que he nombrado como “la revolución de los fifís”, que no plantean una alternativa de proyecto de nación, y se mueven por intereses privados.
No dudo que nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, sepa que las resistencias y las fuerzas reaccionarias es una fuerza poderosa, y no por los ideales ni por sus propuestas, ni por la gente que mueve, sino porque son los que han tenido el poder en México, y fundamentalmente, el poder económico, y quienes han utilizado a la política para legitimar el saqueo y sus privilegios, y a los partidos políticos (PRI,PAN, PRD) como sus instrumentos de concreción de sus funestos fines; quienes son los responsables de la crisis del sistema de partidos en México, por eso, vemos como perversamente sabían que los maltrechos partidos políticos, principalmente, el PRIAN, no les podían servir para su movimiento de resistencia a la transición democrática, y los hicieron a un lado, mimetizándose en un pseudo movimiento social y popular, aunque su discurso pobre, su estrategia sincronizada y pululante en las redes que revelan inversión de dinero, y su estrategia de comunicación fascista de repetir incesantemente, sin el menor escrúpulo, mentiras e información tendenciosa, delatan sus intenciones de revancha y volver al poder público.
Pero el problema real de México y creo que también de nuestra presidente AMLO, es, por un lado, cómo hacer que los partidos políticos se liberen de su pasado y sus amos, y ayuden a consolidar la transición democrática, y por el otro lado, cómo hacer que realmente ocurra una revolución (4T) pacifica que voltee la pirámide del poder público, y haga ejercer una real y efectiva democracia.
Si bien es cierto, el diagnóstico monotemático es correcto, la degeneración de la res pública es la corrupción, y restituir la funcionalidad perdida del estado mexicano y sus instituciones un asunto principal del gobierno de la república y de todos las y los mexicanos, porque simplemente el poder público estaba y está atravesado por intereses privados de grupos, también es cierto, que eso no es suficiente para hablar de una 4T y mucho menos de una reivindicación de los fines perdidos de la revolución mexicana, puesto que se necesita, como lo he dicho, que haya una verdadera democracia donde el pueblo mande, y el gobernante mande obedeciendo.
Sé que esto no es fácil, porque estamos hablando de revertir un sistema político global, donde la pirámide del poder público es vertical y omnipresente en todos los asuntos públicos, y que la historia mundial se fue construyendo en base a esos proceso de globalización política y económica, aunque, principalmente, la crisis sanitaria del coronavirus, la crisis económica y geopolítica, y anexamos la crisis de sostenibilidad y sustentabilidad que conlleva la crisis energética mundial, están obligando a repensar ese marco conceptual de lo público y el concepto del hombre.
Así que pensemos que el intento de hablar de una transformación (revolución) en México, tiene que ver con analizar y responder a cómo fue posible la degeneración de la política y de lo público, por lo que las simplezas no nos ayudan, hablar de cultura, psicología, naturaleza, etc., esto no nos sirve sino podemos contextualizar lo que ha sucedido, lo que está sucediendo, y hacia dónde vamos y qué debemos hacer para que “lo nuevo” sea mejor que “lo viejo”.
Estoy convencido que México es otro, y que debemos partir desde conceptos que no tomábamos en cuenta, y que son vitales, la demografía, la psicología, la cultura, etc., después el marco conceptual que construimos para ordenar la vida en sociedad, que tiene ver con la ilustración y todo ese período romántico del hombre racional, ideas importados de la vieja Europa, y posteriormente, la revuelta de las ideas que debemos dar para barajar otras ideas de los realmente mexicano, el contraste entre lo global y lo local.
A veces veo que el debate de lo público es bizantino y dogmático, porque siempre se cae en un auto referenciación, apelar a una falacia de la autoridad, en éste caso, a ese marco conceptual importado y plasmado en nuestra Constitución, nuestra biblia laica, y se pretende pensar que sólo es cuestión de actualizarla y cumplirla, pero creo que ahí está el problema contemporáneo, y no es privativo de México, la pirámide del poder es global.
Por lo que la mirada y las acciones vanguardistas tienen que apuntar a lo contrario de la pirámide del poder global, al poder local, al poder comunitario.
La degradación del Estado y sus instituciones tienen que ver con la falta de corresponsabilidad, que es lo que ha faltado, la cultura de la corrupción y la simulación ha y está sucediendo por la falta de corresponsabilidad y una cultura crítica del gobernado, por lo que es importante tomar en cuenta que la responsabilidad de la sociedad no termina con el sufragio (voto), hay que cogobernar, y para ello, hay que voltear la pirámide del poder presidencialista y construir canales de participación ciudadana efectivos.
No podemos volver a la frivolidad y a la cultura de la simulación, pero para ello, la participación ciudadana es fundamental, debemos ser los fiscalizadores de la política y del poder público.
Aunque ahora la verticalidad del poder público impide cualquier forma de fiscalización y transparencia, tenemos que voltear la pirámide del poder público, y empoderar los instrumentos y “figuras de participación ciudadana”, y no con formalismos auto legitimadores de la centralidad, sino aupando a esas figuras en la administración, planeación y deliberación de la planeación presupuestaria de las políticas públicas, de tal suerte, que la tentación de abusar del poder público, se vaya acotando desde las bases, que con la inversión de la pirámide del poder público serán la cúspide. En la obtención de dinero y beneficios personales se resume el abuso del poder público, y a eso llamamos corrupción.
El sistema política actual se sigue jugando y buscando quién fiscaliza a quien, y creando figuras sin la capacidad de acotar el abuso del poder público, en otras palabras, seguimos jugando a que la democracia existe y que el poder es el del pueblo, y este juego no es privativo del México, la democracia ha servido para legalizar pero no para legitimar, voltear la pirámide del poder público es una manera de transparentar con acotar el uso unipersonal del presupuesto, claro acompañado, como es el caso para México, de una profunda reforma administrativa atravesada por la profesionalización e instauración del servicio civil de carrera.
Pero voltear la pirámide del poder público global requiere ir más allá de acotar las formas por donde hace aguas el sistema y propicia la corrupción, tiene que ver con empoderar lo local, el municipio, la comunidad, tiene que haber una revolución de la representación real, tomando en cuenta la demografía y la psicología.
Si y sólo si se voltea la pirámide del poder público habrá 4 transformación y la reivindicación de la revolución mexicana.