Murales xalapeños

En medios locales de Xalapa y entre su comunidad cultural ha sido tema la eliminación del mural que existía en un paso a desnivel del centro de la ciudad y pintado en ambos lados.
Este mural, llamado “Fábulas vegetales”, obra de los artistas plásticos Lucía Prudencio y Daniel Berman, se realizó en 2012 como resultado de una convocatoria realizada por la entonces alcaldesa priista de Xalapa Elizabeth Morales y durante la administración del también priista Javier Duarte.
De acuerdo con un video difundido en Facebook por la reportera de temas culturales Laura Haddad, quienes hoy protestan por la eliminación del mural “olvidan que el mural fue el uso del arte para pintar una realidad social” porque tuvo como objetivo despojar a la ciudadanía de espacios para expresar protestas por múltiples problemas por los que atravesaba el estado como desaparecidos, periodistas asesinados y secuestros entre varios otros.
Finalmente, el mural se hizo, se quedó y los xalapeños se acostumbraron a verlo. Si la finalidad era eliminar las exclamaciones por las desgarradoras situaciones que atravesaron y siguen atravesando muchas familias xalapeñas, se logró parcialmente, por lo menos en ese lugar, por un tiempo, pues las protestas de las mujeres dejaron su huella en esas paredes. Se hicieron pintas sobre el mural.
Tiene razón Haddad, hubo protestas por la realización del mural, y convoca a quienes protestan por su desaparición a no olvidar cuál fue la intención política de su origen. Los autores, por otra parte, dicen no estar ofendidos con la eliminación de su obra, aunque callan los términos en que se acordó su hechura.
Tan poco transparente fue el contrato que respaldó su realización, como las circunstancias en que fue eliminado el mural. Lo ideal hubiera sido que el ayuntamiento y cualquier otra autoridad involucrada informara a los ciudadanos que esa obra sería removida y señalar con claridad si se contaba con el respaldo legal para hacerlo, lo que supondría el acuerdo con los autores. Si el origen del mural fue quitarle a la ciudadanía un espacio para asentar sus reclamos políticos, eso no quiere decir que ahora las autoridades están poniendo a disposición de la ciudadanía los muros recién pintados para expresar sus inconformidades
Puedo decir, personalmente, como lega sobre arte pictórico, que no me gustaba especialmente el mural “Fábulas vegetales”, pero que su aparición y ahora su eliminación debe llevarnos a otras reflexiones.
Me viene a la mente el trabajo del grupo de artistas convocados en 1966, a iniciativa del escultor Mathías Goeritz, y aceptado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de 1968, para realizar las obras que se colocarían a los costados del Anillo Periférico de la Ciudad de México, como un corredor escultórico llamado “La ruta de la amistad”, que formaban parte del programa cultural de dichas Olimpíadas.
Goeritz había iniciado con anterioridad arte urbano sobre el concepto del impacto emocional o “arquitectura emocional” dirigida al espectador. Dicho de una manera muy simplista, la idea era sacar la escultura de los museos y ponerla a la vista de los transeúntes y conductores, modificar el espacio urbano con arte.
La escultora Helen Escobedo ha señalado con toda razón que el arte urbano también está sujeto a transformarse, a medida que se modifica el entorno. Eso ocurrió con las esculturas de “La ruta de la amistad”. El arte urbano puede, como dice Escobedo de su obra, tener la intención de fundirse con su entorno, pero eso no siempre depende del autor, está sujeto a la mirada del espectador y a los cambios del espacio. No cabe duda, sin embargo, que una ciudad es mejor con expresiones artísticas que sin ellas.
En un principio, los escultores dieron indicaciones incluso para el mantenimiento de las obras. Alguien me ha recordado, sin que haya tenido oportunidad de verificarlo, que uno de los artistas reclamó que no se haya respetado la paleta de colores que entregó con la obra para su mantenimiento. Después esa exquisitez no sólo fue ignorada, con “La ruta de la amistad” sucedió lo que ocurre con muchas obras del arte urbano, terminan por ser arte efímero, generalmente porque las autoridades dejan el tema de la cultura en el último renglón, caen en el olvido; el tiempo y el descuido hace lo suyo para dañar la obra sin mantenimiento, como ocurrió con las 19 obras del programa olímpico.
Estas esculturas tampoco se salvaron de la polémica, fueron utilizadas por un gobierno que días antes de los Juegos Olímpicos había masacrado estudiantes para no quedar mal ante el mundo. Sin embargo, el proyecto escultórico había comenzado dos años antes. Goeritz, coordinador del proyecto, recibió epítetos injustos.
Volvamos al mural xalapeño. Guardadas debidamente las distancias con la obra escultórica de la Ciudad de México, ya no se trata de si nos gusta o no el origen o la intención política del mural. La obra ya estaba allí y al estar en un espacio público se la había apropiado la ciudadanía, misma que pudo haber sido informada de la intención de quitarla porque la despojaron de algo que ya era suyo. Y se debió tener un acuerdo con los autores o si ya existía hacerlo saber a la ciudadanía y a la comunidad cultural. Que estaba dañada por las pintas, es cierto, pero se pudo haber restaurado.
El director de Gobernación del ayuntamiento de Xalapa, Juan Vergel, señaló que el lugar “lo ocuparon como un espacio de expresión política y de inconformidad, se requería hacer ese mantenimiento, correspondía entre el gobierno estatal y municipal”, pues estaba pintarrajeado por las protestas de mujeres. Entre paréntesis, estoy en desacuerdo con esas pintas, porque la razón de la protesta no justifica el daño a la obra, de lo contrario tendríamos que admitir que también tienen derecho a ellos los grupos provida, religiosos, clasistas o discriminadores.
El hecho, en síntesis, no hace más que mostrar desdén hacia la cultura. Si está dañado se puede simplemente eliminar. La comunidad cultural y la sociedad xalapeña tienen razón en sentirse ofendidas e ignoradas. Lo decente es que hubiera una propuesta para tratar de resarcir el agravio.
ramirezmorales.pilar@gmail.com