Cada quien su Cruz

CONTRACOLUMNA / Atanasio Hernández
Sin experiencia política, pero cobijado por los poderes fácticos y lo que queda del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Juan Gabriel Fernández Garibay obtuvo la regiduría décima de Xalapa –de la que todavía goza– sin dar ni un paseo por las colonias periféricas de la capital veracruzana, donde la pobreza sentó sus reales.
Nadie le culpa por nacer entre sábanas de seda. Es más, el propio Arzobispo le absolvería, pues la Iglesia recibió de su familia, en donación, la casa de la calle Juárez donde se entiende que Hipólito Reyes Larios vive a todas margaritas.
En otros tiempos la situación de Juan Gabriel hubiera sido envidiable: generacionalmente, un bisnieto de la Revolución. Pero no ahora, porque los representantes del pasado han caído en desgracia electoral y El Partidazo (Mexicano e Institucional) casi que huele a cárcel. Ya la consulta dirá si el pueblo decide juzgar a los últimos ex presidentes.
En México los poderes político, económico y eclesiástico han estado ligados históricamente, y la familia del Regidor ha sido parte de ello durante casi ochenta años, desde que sus abuelos se unieron. Él, empresario cafetalero y ella, hija de Maximino Ávila Camacho, gobernador de Puebla y secretario de Comunicaciones y Obras Públicas durante el sexenio de su hermano menor, el ex presidente Manuel Ávila Camacho.
Así como cada uno de sus sectores, los sindicatos magisteriales y grupos sociales como Antorcha Campesina establecían o pactaban con el PRI cuotas de posiciones en los ayuntamientos y legislaturas, el empresariado y las familias revolucionarias hacían lo propio y aseguraban un lugar para sus representantes por la vía plurinominal, sin siquiera hacer campaña.
Vivir a la sombra del dinosaurio no es fácil. Juan Gabriel trata de desmarcarse con la bandera de “ciudadano”, pero se tropieza en su triste papel, como canal de las clientelas corporativas que tienen atrapado al ambulantaje. Usuario de las mafias del periodismo canalla, se ostenta como vocero de los empresarios, pero entre gitanos no se leen la mano y sabe muy bien qué intereses representa. Al final de cuentas, sólo a sí mismo.
¿A dónde saltará este chapulín, ahora que el cuatrienio se le acaba? Porque cuando mayorías nuevas desplazan los privilegios de clase y el pedegree vale menos, hasta La familia está de acuerdo en la necesidad de transitar hacia otros rumbos. Por ejemplo, su hermano Justo es Subsecretario de Promoción, Comercio y PYMES de la Secretaría de Desarrollo Económico y Portuario en la administración morenista de Veracruz.
En la pasada elección municipal, el Partido Acción Nacional coqueteó con su padre, Justo Fernández Ávila, quien finalmente se replegó para apoyar abiertamente al priísta Alejandro Montano Guzmán, y hasta el ex presidente municipal David Velasco Chedraui buscó la candidatura del PAN-PRD, que no obtuvo.
Francamente no creo que Juan Gabriel refrende su militancia revolucionaria. Como ya hemos dicho, de acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE) el padrón de militantes del PRI se redujo 76 por ciento, a 1.58 millones de afiliados. Su Comité Ejecutivo Nacional reporta 7 mil 677 militantes en la entidad y 376 en Xalapa.
Buscar una Diputación local o la Presidencia Municipal con El Partidazo y hacer campaña sería un suicidio político, ya que el señorito trasuda modales feudales y no se baja del caballo, pese a que el latifundio esté muuuuy mermado.
Algo habrá de intentar con la campaña que trae en sus redes sociales desde junio de 2019, cuando añadió a su imagen un logo con la frase “Xalapa, tú primero”. Y es que como se dice en familia cuando el chamaco no sirvió para la escuela… a ver si como político logra algo.