Maradona vivía en el encierro; el astro cumplió un mes de fallecido

Ha transcurrido un mes desde la partida de Diego Armando Maradona. Su ausencia y el vacío que dejó no se han hecho menores, por el contrario, parece que su leyenda crece con el paso de los días. Un ídolo que terminó encapsulado en su propio mito, que vivió recluido intentando cada día hacer honor a su legado.

“Básicamente, Diego vivía en pandemia, como estamos nosotros ahora, que estamos todos como locos porque tenemos que estar aislados, sin poder salir de nuestras casas, o a una plaza, un parque, al cine. Diego vivía así. Él vivía encerrado, era una pandemia su vida. El pasaba horas y horas y horas de su vida encerrado y cuando salía se tenía que hacer todo un operativo para que la gente no lo acosara”, afirmó Leo Sucar, amigo cercano de Maradona.

“En la cancha, era el Maradona que todos conocemos. Un Maradona indiscutible, pero en la vida era uno más, como nosotros. Con la gran diferencia de que tenía que vivir escondido, encerrado, aislado. Eso contribuyó a sus adicciones, fue una vía de escape”, recordó Sucar.

Leo, amigo del Pelusa por más de dos décadas, reconoció que fueron pocos los que conocieron al verdadero Diego, al hombre lejos del futbol. Vulnerable y solitario.

“Fue muy fuerte el velorio. Primero fue a puerta cerrada, para los íntimos y familiares, éramos un máximo de 30 personas en el velatorio de casco abierto. Después se cerró para darle acceso al público. Fue una cosa desgarradora, vino el pueblo. El verdadero dueño de Maradona es el pueblo. Gente con la cara desencajada, gritos, llantos, alaridos, ahí te das cuenta de la dimensión de la pérdida”.

Esa grandeza, aquella fama, la misma gloria, llevaron a Maradona a creer que era imbatible.

Diego no le tenía miedo a nada, él vivía con una especie de inmunidad, como si fuera un superhéroe. Él creía que no había manera de que le ocurriera nada. Así vivió su vida Diego, hubo un momento en el que fuimos a un velorio, el de un cantante muy famoso en Argentina que se llama Rodrigo, Diego se descompuso, se sintió muy mal y ésa fue la primera vez que lo vi con miedo.

“En el momento en el que él estuvo ahí frente al cajón del ídolo popular de la música cordobés, Rodrigo, que es quien compuso la canción La mano de Dios, Diego por primera vez tuvo miedo. Vio a un ídolo morir y sintió que le podía pasar a él también”, afirmó Sucar.

CON FIDEL CASTRO

Leo Sucar, empresario argentino y representante musical, vivió una amistad cercana por años con Diego Armando Maradona. Incontables viajes, partidos de futbol, recuerdos, alegrias y tristezas. Aunque para Leo siempre fue difícil diferenciar al Maradona legendario en la cancha, del Diego amigo, del hombre con quien convivía.

“Ir a los partidos con él era caótico, yo siempre lo tenía que estar sujetando del cinturón porque él sacaba todo el torso del palco, se asomaba para que lo viera toda la gente y gritaban los goles y él sabía que ahí estaba mi mano deteniéndolo. Yo no veía los partidos y la mano me quedaba destruida, pero eran momentos mágicos y maravillosos estar ahí con él”, recordó.

Maradona era tan normal, común en la intimidad de una amistad que hacía a los demás olvidarse de su calidad de estrella mundial.

“Estábamos en su casa en La Pradera cuando él estaba en rehabilitación en Cuba, y nos dijeron que venía el comandante y escondimos todo lo que estaba desordenado en la habitación para recibirlo. Minutos antes le pregunté :“¿Qué se siente saber que vas a estar solo con el comandante Fidel Castro? ¿Cómo es eso? Debe de ser muy fuerte? Y él me dijo “Es más o menos como que tú estés solo con el Pelusa”. Me estaba poniendo en mi lugar, yo no me daba cuenta que mi pregunta era tonta, yo estaba solo con Maradona y pregunte qué se sentía estar solo con Fidel Castro”, indicó Leo Sucar.

Sucar conoció a Maradona pocos años antes de que éste se despidiera de las canchas, por lo que el Maradona espectacular en el terreno de juego no es el mismo que Leo tiene tatuado en la memoria.

“Cuando miro la televisión y veo al futbolista, no lo veo como mi amigo. Para mí ese es otra persona, es otro Maradona. Al Maradona jugador de futbol yo lo vi jugar muy poco, lo conocí cuando todavía estaba en Boca Juniors, ahí me hice amigo de él. Pero yo en realidad me hice más amigo del gordo, del que comía pizza y no tenía fin, del que tomaba whisky y hacía su vida con poca precaución, ése fue mi amigo, ése fue quien tuve a mi lado y para mí era alguien muy cariñoso y afectuoso”, comentó.

DEL CIELO AL INFIERNO

Hace ya 18 años del homenaje a Carlos Hermosillo en el Estadio Azul, aquel en el que Diego Armando Maradona causó polémica por su retraso, forma física y desempeño. Aunque en aquel viaje, Diego tuvo que lidiar con mucho más que unos cuantos minutos en la cancha para despedir al grandote de cerro azul de las canchas.

“Cuando fuimos a México para el partido de homenaje a Carlos Hermosillo, fuimos a Ixtapan de la Sal unos días antes para intentar que Diego bajara de peso y el viaje fue caótico. Todo era extremadamente difícil, salir a la calle, ir a un restaurante al lado de alguien así, no es fácil. Trató de bajar de peso, estuvo muy mal de las rodillas, no podía jugar. Se presentó muy mal para el partido, hizo lo mejor que pudo, pero no estaba bien físicamente”, aseguró Leo Sucar, amigo del astro argentino.

A pesar de las dolencias, de los años de abuso de sustancias, el futbol y la pelota jamás dejaron de ser el gran amor de Diego.

Jugamos muchas veces. El pie de Maradona sólo lo tuvo Maradona, no lo tuvo nadie más. Él te ponía un pase o te habilitaba para hacer un gol y si se la devolvías, el balón se enojaba. Él te daba el pase para que hicieras el gol, si no te agarraba de la oreja y te decía: ‘Si yo te doy la pelota, tú la metes, a mí no me la devuelves”.

La larga amistad entre Leo y Diego fue prácticamente una hermandad.

“Cada día que estuvimos juntos, al finalizar el día se quitaba su ropa y me la daba y yo le daba a la mía, pero el que salía perdiendo era él, porque toda su ropa era Versace y la mía era GAP”, río Sucar.

“Siempre fue así, yo tengo muchísima ropa de Diego, un montón de regalos, camisetas, relojes, tengo un reloj de Diego de una colección especial en donde se hicieron 10 relojes para todo el mundo. En uno de los libros que hizo (Yo soy el Diego) viene una dedicatoria hacia mi”.

Del cielo al infierno, así era con él, “pero cuando uno está con un amigo, tienes que tratar de ponerle el hombro y aguantarlo en las buenas y en las malas. No es fácil ser amigo de un ídolo, de una persona que tiene tanta soledad aun estando rodeado de tanta gente. Mi tranquilidad hoy pasa por pensar que lo que yo pude haber hecho por Diego lo hice. Estoy triste sin él, pero por lo menos tengo una paz interior de haberlo dado todo”, finalizó Sucar.