Y Mariana DEL FIN DE AÑO

Y Mariana
Del fin de año

“El fin de año huele a compras, enhorabuenas y postales con votos de renovación, y yo que sé del otro mundo, que pide vida en los portales, me doy a hacer esta canción…”. Desde la madrugada de este último día del 2020, cual si fuera mantra, canto una y otra vez esa estrofa de Silvio.

Instalada en el sitio donde confluyen los sueños, la esperanza, las ilusiones y sí, en algunos otros casos, también la tristeza, la prisa y desolación; observo el vaivén humano y me detengo a pensar en todo lo que, como marea, nos trajo y se lleva este ciclo que está a punto de cerrarse y que, sin duda, para el mundo entero fue completamente distinto a como lo imaginamos aquel miércoles primero de enero.

Hoy, millones de familias se despiden del año que les arrebató a uno o varios de sus integrantes, no sólo por covid-19, sino por alguna de las enfermedades que diariamente cobran vidas en el mundo; por la inseguridad, la depresión, el hambre, la insalubridad, los accidentes, las adicciones, las inundaciones y los diversos desastres naturales, o en otros casos, por tantos otros motivos. Lo cierto es que sea cual sea la causa, sentir la falta de nuestros seres amados no es y nunca será fácil.

Un año en el que, idealmente, permanecimos en confinamiento en casa; aprendimos, en un chasquido, a trabajar y estudiar en línea; a usar cubre bocas, careta, a lavarnos las manos cada 5 minutos, a no tocarnos la cara, desvestirnos y descalzarnos al entrar a casa para ir directo a la ducha; en el que incorporamos al botiquín propio y lugares públicos el termómetro, oxímetro y, en algunos casos hasta oxígeno; en el que añadimos a nuestra lista de compras toallas y líquidos desinfectantes, alcohol en todas sus presentaciones y mascarillas al mayoreo; por no mencionar las cantidades industriales de papel de baño que, a la fecha, sigo sin conocer la justificación de la compra masiva del higiénico.

Un lapso en el que cerraron no cientos, sino millones de empresas y otras tantas sufrieron importantes recortes, por lo que, en consecuencia, muchísimas personas quedaron sin empleo.

Pero más allá de todo ello, el 2020 es el ciclo que nos arrebató el disfrute de abrazarnos, de besar sin cansancio la mejilla y manos de quienes amamos, la delicia de sentir la calidez de una piel tocando la nuestra; nos quitó el deleite de reunirnos con los nuestros a reír, comer, contarnos y compartirnos la vida. Privó también a las nuevas generaciones de la posibilidad de aprender a socializar, de interactuar con otros niños en la guardería, fiestas infantiles y parques.

Exterminó la posibilidad de realizar grandes eventos masivos, con lo que las industrias culturales y creativas han tenido que aprender a reinventarse para sobrevivir; y a un ritmo acelerado se metieron hasta nuestras casas museos, salas de concierto, escenarios teatrales, circos, bibliotecas, fonotecas y todo el arte posible, con la finalidad de ayudarnos a sobrellevar el confinamiento.

Muchas bodas, quince años, graduaciones, cumpleaños y hasta cenas navideñas se cancelaron o realizaron a través de las plataformas virtuales.

Los procesos electorales locales y federales se reinventan para garantizar los derechos político – electorales, aún en la nueva normalidad.

La visita a la playa, carreras deportivas, pesca, natación, bailes y tantas otras actividades recreativas quedaron completamente suspendidas.

Los héroes de bata blanca trabajan en primera línea de atención, sacrificando incluso la vida, para brindar salud a quienes enferman.

Puedo seguir enumerando decenas de causas por las que quisiéramos olvidar el 2020, escuchar ya las doce campanadas para dar vuelta a la página y comenzar el nuevo ciclo; pero antes de ello, creo que es importante reflexionar acerca de todas las bendiciones que nos deja este año, empezando de dar gracias de que estamos aquí, con vida y salud, que aún tenemos personas cerca que nos aman y a quienes amamos; que tenemos la posibilidad de ilusionarnos, enamorarnos, sonreír; que cada nuevo amanecer es una nueva oportunidad para nosotros.

Debemos dar gracias porque el 2020 nos permitió disfrutar de nuestras casas que, al menos para quienes acudimos normalmente a una oficina, estar en casa es todo un privilegio; tuvimos la oportunidad de conocernos más desde la óptica personal, de ponernos creativos, de hacer aquellos proyectos que tenía mucho tiempo no nos atrevíamos; de limpiar y despojarnos de los estorbos.

También pudimos darnos cuenta de que las cosas que realmente importan ya las tenemos, y que ni el dinero, los autos o las grandes mansiones representan la felicidad ni garantizan la vida.

Comprobamos que nos bastamos nosotros mismos para ser felices, construir nuestro camino y avanzar hacia el; nos dimos cuenta de quiénes son aquellas personas que estarán en las buenas y en las malas a nuestro lado y, sobre todo, algo en lo que esta noche todos coincidimos, nos dimos cuenta que esperamos una nueva oportunidad para comenzar de nuevo, para avanzar, para crecer y amar; mi mensaje hoy, es gracias porque a pesar de todo el 2020 nos hizo mejores personas y hoy estamos dispuestos a construir un 2021 lleno de esperanza, salud, amor y alegrías infinitas.

Que así sea, para ti y los tuyos… Feliz 2021.

“…La gente luce estar de acuerdo, maravillosamente todo, parece afín a celebrar; unos festejan sus millones, otros la camiseta limpia, y hay quien no sabe qué es brindar…” Silvio Rodríguez.