Atanasio Hernández
¿Cree usted que Xalapa es una ciudad limpia? Difícilmente. El problema es que durante años, sobre todo en las administraciones de los priístas Elizabeth Morales y Américo Zúñiga el servicio de recolección acabó por venirse abajo y al ver basura en nuestro entorno nos volvimos indiferentes. De hecho acabamos no sólo colaborando, sino alentando lo que podríamos llamar la triste cultura de la suciedad.
Para no ser injustos, es necesario reconocer que la solución de este problema no recae únicamente en los gobiernos municipales. Aunque es verdad que junto con el impuesto predial se cobra una cuota por la recolección, eso no nos da derecho a sacar nuestra basura cuando nos venga en gana ni a tirar en las calles cualquier envoltura o desperdicio, muchas veces con absoluta indiferencia.
Los más de 500 mil habitantes del municipio “producimos” diariamente 460 toneladas de desechos. Una barbaridad, si consideramos que esto equivale a casi 168 mil toneladas cada año. En promedio, según el INEGI, un kilo de basura al día por persona… Y no cooperamos.
Si usted pone atención al recorrer algunas cuadras de cualquier avenida o calle de nuestra ciudad, sin importar la hora, seguramente encontrará alguna y hasta dos cosas desagradables: basura y/o eses de perro.
De los desechos caseros, comerciales y a veces hasta industriales existe más de una versión. Los hay abandonados en cajas y bolsas de toda especie, principalmente de plástico de un solo uso; también, dispersos, ya sea porque algún animal o persona rompió el empaque en busca de comida o algo reciclable, y de plano como residuo de los residuos. Es decir, cuando luego de su recolección una parte quedó en el lugar y ahora es parte integral de prados, banquetas y el propio arroyo vehicular… hasta donde el viento lo lleve.
El otro infaltable es el excremento de los animales tanto de compañía como en situación de calle, que se encuentra principalmente en las aceras de manera íntegra –por decirlo de algún modo– o disperso irregularmente por los zapatos de quienes, distraídos, tuvieron la poca fortuna de pisarlo. “Se quemó”, hubiéramos dicho años atrás, por mencionar la expresión más decente aplicada a esta pequeña tragedia urbana.
Digo que la solución no corresponde sólo al Gobierno, pues está visto que no se trata del número de camiones recolectores ni de las veces que pasen cada día por el mismo punto. En mi calle, por ejemplo, los vecinos sabemos que los domingos no hay servicio. Sin embargo, nunca falta alguien que deje su basura en la montonera de la esquina. Esa persona seguramente considera que ya solucionó su problema, sin pensar que ahora todos pagamos por su irresponsabilidad.
Es un asunto cultural, sin duda. ¿Qué sucede en Xalapa, si hemos avanzado en muchos aspectos del tema? Baste recordar las inversiones cuantiosas de la actual administración municipal para operar y mejorar el relleno sanitario y lograr una mejor disposición de los residuos sólidos, como pomposamente llaman a la basura, además de alentar la separación, el reciclaje, el compostaje y aumentar el número de rutas y unidades de recolección.
Tenemos la oportunidad de cambiar, pero no será fácil sin la voluntad, la cooperación y el esfuerzo de todos.