A propósito de echarle patológicamente la culpa a AMLO de todos los males de México
Lenin Torres Antonio
Se dice que la historia la escriben los vencedores, y no necesariamente esas historias dicen la verdad, por lo regular son historias contadas ad hoc que ocultan realidades que no se quiere que se cuenten porque harían añicos a los héroes de esos tiempos en que se escribe la historia, y provocaría la caída de los monumentos a los soldados caídos.
La historia del México posrevolucionario cuenta la historia de un país que entra a la modernidad, al proceso de consolidación de su vida pública y democrática, y con esos mitos que nos han contado dicen, principalmente el PRI, y posteriormente el PAN, que hicieron realidad esos mitos, y que, gracias a ellos, México logró entrar a la modernidad y a su etapa de adultez de la vida pública institucional. Lo que no cuentan esos historiadores-políticos es que esa historia tiene “otra historia”, que por cierto, por mucho tiempo se trató de ocultar hasta que fue imposible ocultarla, y sobrevino la hecatombe y esos historiadores-políticos perdieron el poder público y la posibilidad de seguir escribiendo la historia ficticia de un México democrático y moderno, incluso hasta ahora que se desvela “la otra historia” insisten los resabios de esos historiadores-políticos en hacer parecer como si no pasara nada y que nunca se ha desvelado “la otra historia” de México, la del México con abismales rezagos históricos y graves problemas en todos los indicadores de la vida pública, pobreza, marginación, seguridad, educación, salud, y un largo etcétera, etcétera, que no se pueden ocultar y no fueron provocadas por generación espontánea, sino por el desvío histórico de lograr la justicia social y la consolidación de la democracia ideales de la revolución mexicana. Y que hay una clase política responsable de ese proceso de decadencia que nos ha llevado en la actualidad a una severa crisis pública al estado mexicano y sus instituciones.
Hay un intento de hacer olvidar “la otra historia”, además un intento perverso pues es a costa de lo que sea, “mentir reiteradamente”, “asumir posturas retóricas”, “exponer a los ciudadanos a males mayores”, todo con tal de volver al poder, utilizando enormes recursos en la compra de bots y trolles en las redes sociales, Facebook, Twitter, Instagram, etc., y en complicidad con los grandes consorcios de “medios de comunicación”, insisten en borrar de la memoria de los mexicanos esa “otra historia” que no quieren que sea contada. Incluso podemos señalar responsables vivos y difuntos de esa desviación histórica y la degeneración del poder público y el intento de desmemoriar al pueblo mexicano.
Afortunadamente los números no mienten, y el INEG acaba de publicar los resultados del censo 2020, y hay unos datos, ahora si para que nadie haga mofa de ello, que son reales y el resultado de la historia de México, y no es el resultado de 2 años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en su intento por hacer que México transite hacia la verdadera democracia.
Actualmente somos 126 millones 14 mil 24 habitantes en México, 61 millones 473 mil 390 hombres y 64 millones 540 mil 634 mujeres, 15 millones de mexicanos tienen 65 años o más, hay entre 15 y 34 años de jóvenes en México (40 millones 642 mil 613), el analfabetismo alcanza los 5 millones 942 mil 91.
Me permito tomar otros datos reveladores de ese proceso de decadencia en que nos dejó el periodo de gobierno posrevolucionario (los 71 años priistas más los 12 años panistas), hay 16 millones 777 mil 488 mexicanas y mexicanos que cuentan con una licenciatura o equivalente (técnicos superior), o sea de 126 millones de habitantes que somos, sólo el 12% del total de los mexicanos tienen esos estudios superiores, y es una porcentaje paupérrimo, pensando en que los países desarrollados como Alemania un 70% de la población tiene esos estudios, y en Latinoamérica anda en el 18%, o sea que somos de los últimos de los últimos países en nuestra América Latina, y esto no es producto de los actuales 2 años de gobierno obradorista. Y así podemos hablar sobre estudios preparatorios, pues alrededor de 100 millones de mexicanos no la tienen, pues sólo 21 millones 149 mil 168 personas cuentan con la preparatoria o bachillerato terminado.
Pero estos datos no deben leerse de forma aislados, pues si pensamos en esos 100 millones de mexicanos y mexicanas que no tienen una mínima formación en estudios superiores de licenciatura o de técnico superior, estamos hablando de mano de obra no calificada, estamos hablando de un país que difícilmente puede aspirar a un desarrollo económico de calidad, y podemos decir, que ese período demiurgo de nuestra historia no pudo proveer las condiciones para el acceso de una educación superior, y resulta un contrasentido, pensando que una de las metas y visión de los gobernantes es crear la condiciones de desarrollo basadas en la educación como la principal herramienta de las políticas públicas, pero no fue así, la educación superior se convirtió en un producto de unos pocos.
Otro dato, en México el 50% de la población vive en pobreza de ingreso que implica no tener para costearse lo básico para sobrevivir, o sea, 63 millones de mexicanos y mexicanas viven en esas condiciones. Y todavía hay quienes que piensan que podemos ubicar esta desgracia en estos 2 años de gobierno obradorista, al fin de cuenta, borrar la memoria podría darse en ese proceso mediático y perverso de la guerra sucia de la oposición obradorista, pero los datos que reflejan las condiciones en que dejaron a nuestro país esos apátridas nunca.
En el fondo, ese intento de ocultar “la otra historia” de México, es un intento de esa oposición insana, el regreso en el tiempo, volver a sus momentos más narcotizantes y culmen: el retorno del “buen oficio de la política”, capaz de mantener el equilibrio entre los intereses privados y los públicos, ¡si esto es posible de concebir en toda teoría política!, momentos surrealistas que sólo en México era y quiere que siga siendo posible, e incluso de teorizar y que formara parte de la normalidad; y el aborto de la esperada, ¡la gran político!, el concepto favorito e imaginario de los teóricos de la política.
Un retorno esperado y que están trabajando aun contraviniendo el principio de no contradicción (el regreso en el tiempo y de los tiempos) los grandes desfavorecidos del arribo al poder público de AMLO, un principio de no contradicción vital aun en la definición de lo social y lo público para entender lo real y no enloquecer, y crear mundos surrealistas de donde no queramos nunca salir hasta que lo real nos vuelva a “patear el trasero”, volver “al gran oficio de la política”, significa como bien lo resume el teórico-práctico Layín, “robar poquito”, y mantener las redes de complicidad y control para parecer que se hace, y mantener el statu quo de la dictadura perfecta.
Y no estoy hablando del regreso de los herederos de los tecnócratas, mal preparadas y torpes en “el oficio de robar”, sino del retorno del “buen oficio político” que mantuvo en el poder por más de 100 años a los espíritus y los cuerpos de los señores de la guerra y la banda de hermanos que se pusieron de acuerdo para dar muerte al padre de la horda moderna (primitiva).
Esa clase política con “buen oficio para gobernar” y “mantener el equilibrio” entre los intereses públicos y sus intereses privados (robar poquito), desafortunadamente para ella, no prepararon los relevos generacionales que les permitieran otros 100 años de poder, y dejaron que “el buen oficio político” se contaminara con la corrupción desmedida, el relevo consanguíneo (heredar el poder a sus familiares, hijos, hermanos, etc.) y el relevo pulsional (heredar el poder a sus amantes, novias, amiguetes, etc.), dejando que “el hacer parecer que se hacía” se colapsara, y que el Estado y sus Instituciones que funcionaban, aun en la medianía, dejara de funcionar totalmente y los rezagos históricos acumulativos en todos los indicadores públicos se desbordaran. ¡Los excesos los perdieron!
La realidad (la degeneración y el empeoramiento de los problemas de México: pobreza, violencia, y marginación, principalmente) nos y les escupieran a la cara, y el poder público lo perdieron, y ahora quieren retomarlo, por eso digo que el regreso nunca será una opción para México menos con “los mismos” y con “lo mismo”, una nueva clase política debe advenir para salvar a México, AMLO su papel histórico es consolidar esa transición democrática y evitar el retorno a la cultura de la simulación y la ilegalidad, el poder por encima de la ley y el orden.
El sistema democrático en México siempre ha sido un discurso más no una realidad que busque la igualdad y la justicia para todos, la historia demuestra que la democracia ha servido para legitimar el poder a grupos de caudillos de feudales organizados en partidos políticos, pero que al final de cuenta nunca han representado los intereses del pueblo y de la sociedad, tan es así que el proceso de degeneración de esa clase política y esos caudillos en el poder ha hecho de México un país en franca decadencia.
Espero el arribo de esa nueva clase política, la regeneración del poder público y de los partidos políticos, y la pluralidad basada en la diferencia y propuesta ideológica, en el debate de ideas, y principalmente, en la resurrección del pueblo mexicano que no deje pasar a los apátridas, a los corruptos, a los miserables, y principalmente, a los políticos enfermos de poder, y exija propuestas, ideas, que contribuyan a la solución de los graves problemas que laceran la vida social, cotidiana y la felicidad de las mexicanas y los mexicanos.
Enero de 2021