Contracolumna | EL AGUA, PAGO POR NO VER… ESCASEZ

Atanasio Hernández

Como cada año, apenas entrando enero se nos vino la “cuesta” que afrontamos de manera recurrente y que no sólo se refiere a los gastos o deudas contraídas durante el puente “Guadalupe-Reyes”, sino al aumento generalizado en los precios de los productos de la canasta básica y otros tantos no considerados en ese grupo, pero que consumimos regularmente.

Ejemplo de ellos son frutas y verduras, leche y un sinnúmero de productos “industrializados” que nos ofrecen desde la más humilde tiendita hasta el supermercado exclusivo. Pero también los artículos suntuarios, como los cigarrillos, cada vez más caros para desgracia de quienes tenemos ese vicio. La cajetilla de los que fumo aumentó de 63 a 67 pesos; es decir, 4 pesos o 6.3 por ciento. A mi ritmo, gastaré mensualmente 60 pesos más de los 945 que implicaba mantener la fumadera hasta antes del incremento que menciono.

Evidentemente ni yo ni nadie elevamos nuestra protesta ni hicimos una huelga de hambre contra Philip Morris México y Cigarros La Tabacalera Mexicana (Cigatam), y tampoco nos manifestamos frente a las refresqueras, fabricantes de chatarra, cerveceras ni productores, coyotes y especuladores que lucran con los alimentos.

Ah, pero que no nos suban un peso en los servicios básicos como la electricidad, la recolección de residuos o el agua potable, porque entonces sí arde Troya y cualquiera toma la bandera para alentar el linchamiento mediático del Gobierno en cuestión.

Es el caso de la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Xalapa (CMAS), cuyo Órgano de Gobierno se tomó el atrevimiento de pedir a los consumidores, voluntariamente, el pago de 2 por ciento sobre el monto de su consumo mensual para destinarlo a los servicios ambientales que permitan mantener las cuencas –cada vez más lejanas– de las que extraemos el agua que surte a quienes vivimos en la capital del estado.

¡Ilegal! ¡Arbritrario! ¡Abusivo!, dicen los jilgueros y politiquillos que buscan politizar el tema y crear un problema, cuando en realidad no lo hay.

Me explico: basta entrar a la página de la CMAS y en el apartado de Servicios Ambientales, a cargo de la Coordinación de Cultura del Agua, nos dicen con bolitas y palitos que el famoso 2 por ciento es una aportación voluntaria que no genera al usuario consecuencia alguna. Si no deseamos cooperar, basta realizar un trámite gratuito que puede ser “en línea”, o negarse a ese cobro cuando acudamos a pagar el servicio. ¡No pasa nada!

Ahora, ¿por qué es importante sumarse a esta iniciativa? Porque resulta que los xalapeños consumimos mil litros de agua por segundo y dependemos de lo que extraemos de la cuenca del río Pixquiac, los manantiales de El Castillo y del río Huitzilapan, del vecino estado de Puebla. Traer agua es cada vez más complicado y costoso.

Con esta iniciativa se busca rescatar y mantener ríos y bosques; implementar nuevas formas de acopio del agua, como la cosecha de lluvia, y la recuperación de los ríos urbanos que hemos convertido en drenajes a cielo abierto. Es la única manera de revertir los llamados tandeos, que nos afectan desde hace al menos cinco años. Esto, sumado a otros problemas como el desperdicio del líquido, el cambio climático, la contaminación y por supuesto, las fugas en la red de distribución, desatendida durante muchos años.

¿Que se van a robar ese dinero? ¿Quién? Porque los servicios ambientales se pagarán directamente a los dueños de los bosques para su mejor manejo, con brigadas contra incendios, brechas corta fuegos y el mantenimiento de los ecosistemas que nos brindan el agua que disfrutamos con solo girar una llave.

Finalmente, si el recibo promedio que paga una familia es de 250 pesos mensuales, la aportación solicitada equivale a 5 pesos. Es decir, 60 pesos anuales. Definitivamente, yo prefiero pagar por no ver… escasez.