Opinión | HAY AUSENCIAS QUE SE NOTAN Y OTRAS QUE SE OLVIDAN

Reynaldo Escobar Pérez

El presidente Andrés Manuel López Obrador, regresó después de la ausencia forzada por el contagio del coronavirus, que sin medir consecuencias, llevó al Ejecutivo Federal al descanso obligado y a la ingesta de medicamentos (bajo la supervisión del Doctor Hugo López Gatell).

Ha sorprendido a propios y extraños, en primer término porque Andrés Manuel se concretó a informar su satisfacción con la suplencia en las mañaneras, por parte de la Secretaria de Gobernación; y en segundo lugar, porque durante el periodo de recuperación presidencial, en nuestro país no ocurrió algo “tan importante” que hubiera obligado a López Obrador, a retomar su altísima responsabilidad, sin haber superado el Covid 19.

Como pudimos constatar quienes permanecemos atentos a los mensajes presidenciales que día a día envía el lider de la 4T a su pueblo, “nadie es indispensable” y por ello ni hace falta el que llega, ni sobra la que lo reemplazó; tan es así, que la maquinaria gubernamental de la 4T, siguió operando de manera autómata, sin necesitar a su conductor, el presidente de la republica Andrés Manuel López Obrador.

De sorpresa en sorpresa, la fanaticada que se agrupa en torno al gran Tlatoani, alabaron primero la iniciativa “preferente” de ley que envió AMLO para fortalecer el mando en la CFE, a cargo del licenciado Manuel Bartlett Díaz, con todas sus consecuencias económicas en perjuicio del depauperado pueblo de México; la otra sorpresa que se esfumó durante la gran ausencia de AMLO, fue el humo que tapó el “caso Ancira” que tuvo un arranque internacional con la extradición desde la madre patria, del imputado, y del que hoy nadie habla, porque seguramente la presión ejercida contra el ex dueño de Altos Hornos de México, condujo a un arreglo económico.

Al parecer y por su expresión en la mañanera de ayer, el Ejecutivo de la nación, sigue creyendo en la ineficacia del cubre bocas y de la sana distancia, mientras que por cada día qué pasa sin la aplicación de las vacunas, los muertos engrosan las estadísticas sin consecuencia legal alguna para los responsables del derecho a la salud de los mexicanos.