Opinión | UV: EL PARADIGMA

Jorge Manzo Denes*

Me preguntan algunos lectores sobre el uso que hago del término paradigma en el proyecto para la Rectoría de la Universidad Veracruzana. Debo decir que en el lenguaje cotidiano “paradigma” tiene el significado de “modelo”, ”prototipo”, “ejemplo”… Pero en el lenguaje académico, especialmente el científico, según lo consulté con varios distinguidos colegas de la UV, un paradigma es un modelo teórico, creado y compartido por la comunidad científica, de acuerdo con el cual se produce el nuevo conocimiento.

El introductor de este concepto fue el físico, filósofo e historiador estadunidense Thomas Samuel Kuhn (1922-1996), con un libro que publicó en 1962, La estructura de las revoluciones científicas. Según Kuhn, hay dos momentos diferentes en el proceso del progreso de las ciencias. En el primero la comunidad científica ha llegado a un consenso –un paradigma para Kuhn– sobre los avances conseguidos en un tema determinado; el segundo consiste en un rompimiento, una revolución que permite nuevos adelantos en el conocimiento, que nos llevarán a nuevos paradigmas.

Kuhn se ocupa de los cambios de visión del mundo que los científicos han tenido a lo largo de la historia. El historiador de la ciencia afirma que, tras un cambio de paradigma, lo que ocurre no es que los científicos sólo vean el mundo de una manera distinta, sino que el mundo realmente ha cambiado, es diferente.

Un ejemplo claro es el paso de la astronomía ptolemaica (geocentrista, que colocaba a la Tierra en el centro del universo) a la astronomía copernicana (heliocentrista, porque veía al Sol en esa posición).

Según Kuhn, un cambio de paradigma ocurre sólo tras la acumulación de “anomalías” que una determinada teoría ya no puede explicar. Las “anomalías” que terminaron con el paradigma geocentrista fueron las observaciones de Galileo sobre las lunas girando alrededor de Júpiter. Esta evidencia operó de manera definitiva, aunque no inmediata –hubo quienes, además de no aceptar el hecho, se negaron incluso a mirar a través del telescopio construido por Galileo–, para provocar el cambio del paradigma ptolemaico-aristotélico en favor del copernicano-galileano. Este proceso es lo que Kuhn llama un cambio de paradigma que, en ocasiones, puede llevar a una revolución científica.

En esos casos las formas de hacer ciencia cambian de manera radical porque los profesionales ven el mundo de manera distinta; en realidad, viven en un mundo distinto.

Con este antecedente, en el proyecto que he comenzado a participarles, a través de artículos como éste, puedo afirmar que la Universidad Veracruzana requiere un cambio de paradigma. Hay “anomalías” diversas que se han ido acumulando a lo largo de los últimos años, y que han sido más o menos sobrellevadas bajo las formas actuales de realizar el trabajo universitario en sus diversos ámbitos.

En este momento, sin embargo, me parece que hay una anomalía mayor, que ha precipitado la necesidad del cambio de paradigma en la Universidad. Me refiero a la emergencia sanitaria a la que se enfrenta el mundo desde hace ya casi un año.

Tratar a fondo este tema requiere decir mucho más de lo que cabe en este artículo, pero es posible adelantar que las labores sustantivas (docencia, investigación y difusión) han de transformarse disruptiva y sustancialmente, en concordancia con las condiciones de la nueva normalidad. No sólo se trata de ampliar los modelos educativos, como el modelo de enseñanza presencial o el modelo virtual, o uno híbrido, aunque evidentemente eso hay que hacerlo.

Pero lo que la tecnología actual pone a nuestra disposición –como el telescopio en manos de Galileo– da para mucho más que eso. Ha de transformarse la forma de investigar y difundir el conocimiento, así como las formas de participación de todos los universitarios en la toma de decisiones sobre la conducción de nuestra Universidad. Y, por supuesto, las formas en que se lleva a cabo el trabajo administrativo.

Es inadmisible, por ejemplo, seguir utilizando tanto papel y tinta –caros y altamente perjudiciales para el ambiente– cuando se cuenta con la tecnología necesaria para llevarlo a cabo de manera más eficaz, eficiente y menos dañina.

Estoy consciente de que estas transformaciones no pueden ser inmediatas ni ser llevadas a cabo de manera vertical o autoritaria, pero contamos con los mecanismos, las capacidades y la voluntad para hacerlo de manera conjunta y razonada, escuchando a todos los universitarios, tanto para la toma de decisiones como para su ejecución.

Básicamente a lo que me refiero con un cambio de paradigma, implica trabajar y vivir en una institución diferente a la que hoy conocemos, así como ver y vivir de una manera radicalmente diferente a la Universidad Veracruzana y las formas en que deberán llevarse a cabo sus funciones sustantivas.

Más información en: www.jorgemanzo.org

*Aspirante a la Rectoría de la Universidad Veracruzana; científico de esta casa de estudios en el campo de las neurociencias, con especialidad en el autismo; docente del Doctorado en Investigaciones Cerebrales; profesor con perfil PRODEP; miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel 3) y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias. Fue Coordinador de la Maestría y Doctorado en Neuroetología, así como fundador y director del ahora Instituto de Investigaciones Cerebrales, y ha sido organizador de múltiples actividades docentes, así como conferencista en diversas instituciones. Es evaluador de proyectos Conacyt y revisor de manuscritos científicos en diversas revistas especializadas internacionales. Autor de numerosos artículos científicos nacionales e internacionales y aspirante a la Rectoría de la UV-2021. Comentarios y sugerencias: contacto@jorgemanzo.org y jmanzo@uv.mx