Opinión | LA HONESTIDAD IMPOPULAR DE HIPÓLITO

Atanasio Hernández

Como sucede al final de cada administración municipal, estatal y federal, quienes tienen intereses partidistas y/o personales sobre un cargo público dedican buena parte de su tiempo a la crítica de la administración saliente. A veces los motivos sobran, pero no todos los casos pueden recortarse con la misma tijera.

Ejemplo de ello es el Gobierno Municipal de Xalapa, encabezado por Hipólito Rodríguez Herrero en la primera capital de un estado ganada por Morena, aunque este académico no fuera militante del partido, sino propuesta de la Sociedad Civil. Desde el primer día su administración ha sido criticada e incluso atacada por tirios, troyanos y escribanos. Iniciaba 2018, con Miguel Ángel Yunes Linares en la Gubernatura y Enrique Peña Nieto en la Presidencia de la República.

El propio Yunes se encargó, durante todo ese año, de “golpear” al Ayuntamiento a través de Antorcha Campesina y otros grupos de vividores, quienes tomaban el Palacio Municipal un día sí y otro también, prácticamente secuestrando a empleados municipales y hasta ciudadanos, durante horas, en más de una ocasión.

Un periodo cuesta arriba, al enfrentar diversos problemas heredados de administraciones anteriores: el manejo del relleno sanitario a cargo de una empresa transnacional, las cámaras de seguridad que fueron negocio del Gobierno del Estado, casi la mitad de las calles de la ciudad sin pavimentar, una deuda impagable ante el Banobras y compromisos económicos que representan buena parte del presupuesto, destinados al pago de miles de agremiados en una decena de organizaciones sindicales.

A muchos disgustó el estilo del Presidente Municipal: directo y franco, así como las medidas de austeridad tomadas. La eliminación de dádivas, moches y el combate a la corrupción. Aunque al año siguiente, luego de que “los astros se alinearon” con los triunfos de Morena en la Gubernatura y la Presidencia de la República, este Ayuntamiento siguió sin agradar…

¿Qué critican? Generalmente los alcaldes siguen la receta de la sopa Campbell’s: Vaciar el contenido de la lata en un recipiente adecuado para calentar, mezclar, agregar una lata de leche y/o agua, calentar moviendo constantemente hasta que hierva y servir. En términos políticos: Decir a todos que sí, pero no cuándo; comprar “opinión pública” y darse baños de pueblo; asegurar tu futuro; hacer algunas obras, y nadar de muertito hasta el final del periodo. Hipólito no lo hizo así.

¿Por qué hay tantos interesados en un puesto ingrato? Porque el negocio es otro. Me explico: Independientemente del sueldo, un Ayuntamiento como Xalapa dispone, luego de nómina y gastos de operación, de unos 300 millones de pesos al año para la obra pública. Si hay moches de los constructores contratados, 10 ó 20 por ciento, un Presidente Municipal –depende cómo reparta entre sus allegados– puede llevarse entre 30 y 60 millones de pesos anuales.

Así las cosas, en cuatro años un funcionario se enriquece con 120 y hasta 240 millones de pesos que obviamente no reporta a Hacienda. ¿Qué digan de él? ¡No importa!, si de todas maneras esos recursos siempre son insuficientes para transformar una ciudad. Si los funcionarios son honestos, el resultado frente a los ojos de la ciudadanía será el mismo en términos cuantitativos.

Hipólito lo hizo al revés. Dispuso invertir con honestidad los recursos, que finalmente son del pueblo, en las colonias periféricas y en las congregaciones, siempre olvidadas, donde se pavimentaron calles y mejoraron los sistemas de drenaje sanitario y pluvial, así como de alumbrado público. El Centro, medianamente dotado de servicios públicos, se atendió únicamente en lo imprescindible.

Una queja recurrente de los automovilistas es el mal estado de las calles. Hay bacheo, pero no reconstrucción general. Esa obra, aunque visible, tampoco hubiera satisfecho a sus detractores, quienes no se cansan de criticarlo, aunque nada proponen.

En eso se empeñan los panistas de capa caída tras la derrota del Yunismo, así como los priístas que ya olvidaron los gobiernos de Enrique Peña Nieto, Fidel Herrera Beltrán, Javier Duarte de Ochoa, Américo Zúñiga Martínez y demás impresentables… como si hubiera algo de qué enorgullecerse.

La cuestión es que Hipólito le dejará buena parte del camino allanado al próximo candidato de Morena, pues en las colonias y congregaciones –donde la población es mayoritaria– sí se reconoce el trabajo de este Ayuntamiento… y esos votos también cuentan.