La regada de tepache de Alberto Islas Reyes

Lo comenta el muy informado columnista Arturo Reyes Isidoro:

“Me pregunto qué necesidad tenía el abogado general de la Universidad Veracruzana, Alberto Islas Reyes, de exponerse a que le dieran palo –término de uso común en la jerga abogadil– presentando una denuncia contra el exrector Raúl Arias Lovillo por supuestamente usar en forma indebida el logotipo y los colores de la casa de estudios. Es cierto que los colores del signo emblemático de la universidad y los del logo que adoptó Raúl son los mismos, pero las manos entrelazadas formando un corazón distan totalmente de la flor de lis montada sobre una UV, figura central del escudo heráldico de la universidad. Islas pretendía que la exautoridad universitaria retirara su distintivo proselitista, presentando para ello un recurso legal ante el OPLEV, distintivo que usó como aspirante a candidato independiente a la alcaldía de Xalapa, aspiración a la que finalmente declinó alegando que los requisitos legales son un verdadero obstáculo. Pero el recurso se resolvió finalmente a favor de Arias Lovllo, lo que significó una derrota para el funcionario de la UV. Creo que no había ningún lugar a confusión, como argumentaba el abogado, ni se violentaba la legislación universitaria. Los integrantes de la Comisión de Quejas y Denuncias del OPLEV concluyeron que no veían por ningún lado la semejanza que acusaba Islas y rechazó su petición. Tengo la plena seguridad de que si el exrector hubiera cometido alguna violación a los derechos de la casa de estudios la propia comunidad universitaria se hubiera parado de manos, hubiera protestado y se le hubiera ido encima. Por el contrario, lo que vi en las redes sociales fue que muchos compañeros universitarios se solidarizaron con él, le expresaron su apoyo y lo alentaron a seguir adelante. ¿Realmente movió al representante legal su interés por cuidar el patrimonio de la universidad o en el fondo perseguía otros propósitos? En agosto próximo la rectora Sara Ladrón de Guevara concluirá su segundo periodo (luego de ocho años), esto es, han pasado muchos años como para pensar que ella tiene algún interés persecutorio contra su antecesor. Eso hubiera sido al principio. Sé que es una persona seria, prudente y que no la anima ningún afán por dañar a nadie, aunque, claro, defiende con celo a la casa de estudios. ¿Se fue entonces Islas por la libre? Precisamente, por lo que representa, el palo legal que le dieron alcanza la imagen de la rectora y de la UV. No faltará quienes consideren, sobre todo quienes no la quieren, que el palo fue para ella o, en última instancia, para la institución que representa. Habrá quiénes pregunten por qué antes de presentar la denuncia no se consultó a la comunidad de arquitectura, de diseño, de artes plásticas, sobre un posible plagio, para que aportara los suficientes elementos que sustentaran la queja y no se corriera el riesgo de que pasara lo que pasó. Sería grave y preocupante que el abogado hubiera utilizado como pretexto a la UV para tratar de eliminar a un posible enemigo político, pues él mismo difundió una carta dirigida a sus amigos en la que hacía gala de su amistad con el senador Ricardo Ahued Bardahuil, precandidato de Morena a la alcaldía, y alardeaba de que ya lo había invitado a incorporarse a su proyecto, “lo cual he aceptado con todo gusto” (“Prosa aprisa” del 16 de febrero). Creo que por su indiscreción, ahora todo lo que haga o diga puede ser vinculado al senador, o sea, si no es prudente puede dañar la imagen de Ricardo Ahued, de quien tampoco creo que jamás se atrevería a tratar de perjudicar a cualquier persona o a algún contrincante político. Islas, me atrevo a pensar, podría restarle votos al legislador y aspirante a presidente municipal. Raúl está a punto de aceptar la candidatura a la que aspira, invitado por Movimiento Ciudadano aunque no es el único partido que lo pretende. Ya obtuvo un triunfo, qué cosas, contra un integrante de la que fue (estoy seguro de que la sigue siendo) su propia comunidad.”