Jorge Arturo Rodríguez
En la batalla campal electoral, que no es otra cosa que la lucha por el poder y el salvaguardar los intereses de vaya usted a saber de quiénes (no nos hagamos “pénjamos”, así ha sido siempre y no creo que cambie o esté cambiando la situación, porque la pobreza, desigualdades y el olvido continúan para muchos mexicanos, chequen los estudios y las estadísticas); digo, en la campaña campal político electoral, no hay de otra más que sálvese el que pueda y que cada quien lleve agua para su molino. Los demás no importan, ahí que se las arreglen como puedan, lo cual se acrecienta por la crisis, en todos los ámbitos y rincones, por la que atravesamos. Un amigo me dijo que el primer requisito para subsistir en México, es no ser pendejo –yo agregaría no ser ignorante. Lo cual no sé si sea cierto, pero cada día que pasa, pareciera que hay un horizonte de más desesperación y tiempos peores.
Pero mantengamos la calma, porque ahora en tiempos electorales y rapiña de promesas y esperanzas para lograr el mejoramiento y robustecer –no de rebuznar, claro-, a nuestro México querido, de seguro renaceremos, resucitaremos con alientos de nueva vida. Vaya, que la vida es un carnaval. No hay más que aguantar y, si ustedes pueden, ayudar al prójimo. He ahí el detalle, Chato. Porque crece la indiferencia, salvo excepciones en ciertos sectores de nuestra sociedad y en ciertas personas aún crédulas en la Humanidad. Ser sensibles, es lo que nos falta en estos tiempos de carencias, pero con tremendas tecnologías y etc.
Hace unos días se llegó a Marte. Casi acabamos con la Tierra y ya estamos buscando otro planeta: el Planeta Rojo, porque aquí ya está más que rojo por el derramamiento de sangre… Ustedes me entienden.
Hace unos días también, el Presidente Andrés Manuel López Obrador “logró un acuerdo entre el sector público y las principales empresas de telefonía móvil del país para que pronto haya señal y servicio hasta en las comunidades más apartadas de México”. Dicen que “México debe de garantizar el acceso de su población a la canasta básica tecnológica (celular inteligente, computadora, tablet e internet) que recomienda la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) con la finalidad de universalizar la conectividad digital, no sólo para fortalecer el desarrollo nacional, sino también, para enfrentar los impactos provocados por la pandemia de coronavirus”. Y machacan que “garantizar la conectividad digital de las personas impacta su acceso a la información, a la educación y a oportunidades laborales. En un contexto en que las actividades educativas y económicas dependen de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC’s) para sobrellevar una crisis sanitaria, el acceso a dispositivos y servicios digitales se vuelve más necesario”. (sinembargo.mx, 16/02/21). No, pos sí. Pero el asunto es cómo le harán en las comunidades indígenas y zonas marginadas, donde sobreviven en la pobreza y demás, y donde ni siquiera saben qué madres es eso, salvo tomar Cocacola.
En fin, ya veremos, Quimosabi.
Los días y los temas
Por cierto, Yásnaya Elena Aguilar Gil (Ayutla Mixe, 1981), a propósito de la publicación del libro de ensayos titulado Ää: Manifiestos sobre la diversidad lingüística, en entrevista expresó que el Estado censura y combate las lenguas originarias. Afirmó que “en 1820 el 70 por ciento de la población del país hablaba una lengua indígena, ahora sólo el 6.5 por ciento lo hace porque hubo “una imposición con mucha violencia” de una lengua minoritaria: el español”.
Al preguntársele: “¿Qué es el lingüicidio?” Contestó: “La muerte de las lenguas que ha sido provocada por una serie de prácticas que tienen que ver, sobre todo, con la conformación del Estado. Nunca en la historia de la humanidad ha habido tanta muerte de lenguas. Eso tiene que ver con que se crearon países, 200, cuando hay 6 mil 500 lenguas en el mundo aproximadamente y sólo respaldan una lengua y combaten activamente las demás. El Estado mexicano ha destinado recursos públicos durante muchas décadas para combatir, castigar, azotar, multar y una serie de violencias físicas para dejar de hablar lenguas que son distintas a las del Estado”. (cronica.com.mx, 05/01/21).
Pero no hay problema, ahí viene la canasta básica tecnológica (celular inteligente, computadora, tablet e internet) y mucha Cocacola.
De cinismo y anexas
Para variarle. Me comentó un amigo que es mejor encapsularse con la familia quedándose en casa, que quedarse intubado en el hospital, solo.
Ahí se ven.