“¿Qué derecho tiene un señor o señora de creer que por escribir una columna tenemos que creer que es verdad lo que dice?”.
José Saramago
Atanasio Hernández
En época electoral, cuando de hacer promesas y hablar mal del gobernante en turno se trata, los suspirantes de todos los partidos políticos, los independientes y aún quienes saben que no llegarán a ninguna parte, se pintan solos. Lo digo porque ya empezaron a escucharse las voces de distintos “actores políticos” criticando lo que desde su punto de vista está mal… y cuando digo todo es todo, pues no les importa si sus argumentos tienen alguna base de verdad o son puros cuentos.
Hasta el momento, salvo que de última hora se diera un acuerdo macabro entre sus dirigentes para contender en coalición –como al parecer lo harán en las diputaciones locales–, en Xalapa los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y De la Revolución Democrática (PRD) van cada cual por su parte. Así que llevarían como candidatos a Sergio Hernández, David Velasco y Cuauhtémoc Velázquez, respectivamente.
Sergio Hernández, quien de entrada descalifica a “los que tienen familias en tiendas departamentales”, dice que a la capital veracruzana le hace falta un cambio de rumbo total para que le vaya bien. Que debe haber “caras nuevas”, y propone imitar el modelo de Mérida, Yucatán, para lograr una ciudad más segura, y echa la bolita al gobierno actual sobre las dos Alertas por Violencia de Género declaradas.
Dichas alertas datan de 2016 y 2017, parte del cuatrienio del priísta Américo Zúñiga Martínez, sin que eso signifique que se le puedan atribuir por entero. Lo mismo pasa hoy. Por otra parte, nada más desafortunado que copiar las políticas de seguridad de los gobiernos panistas, cuyo legado es la “guerra contra el narcotráfico” emprendida por el ex presidente Felipe Calderón, cuyos resultados padecemos todavía.
David Velasco asegura que no hay obras públicas. Esta afirmación es comprensible, pues el empresario se mueve en Las Ánimas y otras zonas pudientes de la ciudad, sin visitar las colonias periféricas ni las congregaciones del municipio. Se le recuerda como el presidente municipal de la segunda mitad del gobierno de Fidel Herrera Beltrán, precisamente cuando la inseguridad llegó para quedarse.
La familia estará de acuerdo en que es corresponsable del estado desastroso que la administración actual ha debido enfrentar: casi la mitad de las calles de la ciudad sin pavimentar, cientos de colonias irregulares, falta de equipamiento y obras diversas en estado ruinoso por su mala calidad. Ahora sí que PRIAN con lo mismo…
Cuauhtémoc Velázquez apuesta por “regresar la alegría a esta ciudad”. Dicho así, pues únicamente que entre sus planes de gobierno esté revivir el Carnaval, pues cualquiera que llegue o se saque al tigre en la rifa deberá sortear los efectos de la pandemia, que no se solucionan con dar dinero a los empresarios ni relajar las medidas de prevención para que los negocios sigan funcionando.
Pero este señor ha ido más allá de la crítica y busca actuar contar el Ayuntamiento actual, pues de acuerdo con comerciantes del mercado Adolfo Ruiz Cortines, La Rotonda, los amenaza para obligarlos a manifestarse y oponerse a la obra de reconstrucción de ese espacio, financiada con recursos de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu). Uno se pregunta si oponerse a la mejora de un centro de abasto es querer a Xalapa, cuando en estos tiempos cualquier acción que implique avanzar debiera ser bienvenida.
Estos tres personajes critican acremente lo que, según ellos, ha sido el subejercicio de fondos federales, cuando bien saben que esos dineros equivalen a ahorros por el pago de obras a su justo precio, sin moches, al no pedir a los constructores un porcentaje del costo a cambio de favorecerlos con los contratos. Se trata de honestidad, de acciones contra la corrupción, pero es lógico que no puedan o quieran entenderlo así porque ellos acostumbran comportarse de otra manera.
Apuestan a la desmemoria de la ciudadanía. Tratan de rescatar a sus partidos del desprestigio y repudio de la gente que se ganaron a pulso, y que sumió no sólo a Xalapa, sino al país entero, en el estado que los nuevos gobiernos buscan cambiar, pandemia incluida. Según ellos, aunque carezcan de propuestas, todo está mal y los únicos que pueden cambiar las cosas son sus finísimas personas, aunque sea para peor.