Reynaldo Escobar
El día de ayer cumplió 92 años de existencia, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) fundado a propuesta del General Plutarco Elías Calles, un 4 de marzo pero de 1929, quien convocó a los combatientes que sobrevivieron a la revolución mexicana iniciada por Francisco I. Madero en 1910, a cambiar las Armas por la lucha ideológica y política, para que los mexicanos, en ejercicio del poder soberano del pueblo, pudieran, mediante su voto, darse la forma de gobierno y nombrar a sus gobernantes, después de haber sufrido 3 décadas del gobierno autoritario, de un solo hombre, el General Díaz.
El sacrificio que constituyó el encarcelamiento y muerte del Presidente Madero y del Vicepresidente, José María Pinosuarez, a manos del “chacal” Huerta, no fue en vano, debido a que el pueblo se enardeció y dio inicio a la lucha armada en contra de los usurpadores del poder, cuyo registro histórico, le denominó como “la revolución mexicana”. Campesinos, bajo el liderazgo de Emiliano Zapata y Francisco Villa, ejecutaron acciones para reclamar “tierra y libertad”.
Los obreros por su parte, reclamaron el pago de salarios justos y remuneradores; y la ciudadanía se enlistó en las filas revolucionarias para reclamar justicia y libertad, educación, salud pública y alimentación, cuyos privilegios hasta entonces solo eran reconocidos a la clase gobernante y alta burocracia en turno.
La inestabilidad y el acaparamiento de la riqueza, con una ausencia de instituciones y de leyes, para reclamar esos derechos fundamentales del pueblo, dieron la pauta al General Venustiano Carranza, para enviar un proyecto de Constitución Política, que incluyera el conjunto de derechos sociales, contenidos en los artículos 3, 27 y 123 de la Constitución de 1917, siendo nuestra Carta Magna, la primera en el mundo, que garantizó la reivindicación social.
El clima de inestabilidad social, económico y político que se vive en la actualidad, hace recordar la similitud de lo vivido por nuestros antepasados, quienes con el PRI como instrumento político y los presidentes patriotas electos por el pueblo, delinearon un país de instituciones y de leyes e hicieron posible la construcción de escuelas, hospitales, centros de trabajo y órganos impartidores de justicia, que de 1929 a la fecha, con altibajos en algunas etapas, garantizaron la tranquilidad y La Paz para una convivencia ordenada, a pesar de las carencias que la explosión demográfica nos impuso.