Contracolumna | EL AGUA QUE PERDEMOS

Atanasio Hernández

El agua potable es una necesidad vital y su escasez, por lo tanto, un problema común. Pero más allá de esta obviedad, la cuestión es qué nos corresponde como ciudadanos y qué hacemos de manera efectiva para conservar o utilizar de mejor manera este recurso natural, del que disfrutamos en casi la totalidad de los hogares xalapeños con sólo abrir una llave.

Claro está que en problemas de esta naturaleza, como son los casos de la basura y en general la conservación del medio ambiente, es muy poco lo que colaboramos. Baste notar la displicencia con la que arrojamos nuestros desechos en la vía pública o la insistencia en el uso de vehículos automotores que asfixian a la capital veracruzana, con la consecuente oposición de algunos a iniciativas como la Ciclovía, aunque contribuyan al bienestar general.

Pero volviendo al agua potable, además del costo que supone traerla mayormente del estado de Puebla y la explotación del acuífero cercano, el crecimiento poblacional de la ciudad ha implicado la insuficiencia del líquido y el establecimiento de los llamados tandeos, que a todos afectan. El problema se agudiza en las colonias periféricas y la zona rural durante el estiaje o temporada de sequía, con temperaturas elevadas como las que padecemos en estos días.

¡Échele números! Del total del agua que se trae a la ciudad, 40 por ciento se pierde en fugas. Uno pensaría que se nos va en las líneas de conducción que se dejaron “pudrir” durante muchos años, cuando la CMAS era la cueva de Alí Babá y los 40 ladrones. Pero debemos reconocer que nunca se había invertido tanto, como en esta administración, en la renovación de esta red y equipos que permiten detectar fallas, para su atención oportuna.

Resulta que en su mayoría, más de 30 por ciento de la merma se debe a fugas dentro de las casas y al desperdicio del recurso por los usuarios. Distintas situaciones van desde una llave que gotea o el agua que se pierde por desperfectos en el sapo o flotador del tanque del inodoro, hasta el uso de sanitarios viejos que ocupan hasta 18 litros por descarga –en lugar de los 3.8 litros que los modernos requieren, en promedio– y la limpieza de banquetas, lavado de automóviles y el riego de plantas con manguera.

Todo ello, acompañado de otras costumbres del aseo personal, como dejar correr el agua en la regadera hasta que salga caliente y dejar la llave abierta mientras nos lavamos las manos, al rasurarnos y cepillar nuestros dientes. Ni hablar de la limpieza de trastes y otros utensilios de cocina, así como del uso de la lavadora en su nivel máximo de llenado y con poca ropa.

Y si usted piensa que una gota que cae de la llave del lavabo o la regadera carece de importancia, se equivoca. De acuerdo con el Consejo Consultivo del Agua, AC, la fuga de una gota por segundo equivale a 9 mil litros por año. Con eso se llena un tanque o cisterna de 2.20 metros de diámetro por 3.10 metros de altura.

¿Qué nos recomiendan los expertos? Lo primero sería recuperar toda el agua de lluvia posible, pues Xalapa tiene una precipitación anual de mil 432 milímetros. ¡Un privilegio!, si consideramos que en el estado de Veracruz se registra un promedio de mil 506 milímetros por año, sólo por debajo Chiapas y Tabasco.

Es claro que instalar un sistema de captación de agua de lluvia tiene un costo que puede ser inaccesible, aunque la inversión vale la pena porque se recupera en el mediano plazo con lo que se deja de pagar y permite aprovechar el líquido en todos sus usos no potables: riego del jardín, para el escusado, la lavadora y limpieza de cristales, suelos, vehículos, etcétera. No tiene cal ni cloro y es gratuito.

Pero bueno, pongamos los pies sobre la tierra. Basta comenzar utilizando cubetas para aprovechar las chorreras y lo que normalmente desperdiciamos en la regadera; tomar baños breves y cerrar las llaves mientras nos enjabonamos; reutilizar el agua de la tarja y la lavadora en los escusados; buscar sistemas ahorradores, y usar escoba y recogedor para barrer la banqueta, en lugar de regarla.

No se antoja mucho pedir que se reparen las fugas en el interior del hogar y familiarizarse con nuestro consumo a través del recibo y monitoreo del medidor. El cuidado del agua es un tema de la mayor importancia en el que finalmente la decisión es suya. Pero si no coopera, al menos no se queje.