Juan Javier Gómez Cazarín
En 1524 Hernán Cortés ordenó la construcción del primer ingenio azucarero en tierras mexicanas, para lo cual buscó una tierra fértil y un clima idóneo, con facilidades de irrigación. Adivinaron: fue en Los Tuxtlas.
Significa que la región donde tuve la enorme fortuna de nacer tiene una tradición azucarera que está a punto de cumplir medio milenio de antigüedad.
Con ese linaje a cuestas me permití involucrarme en la búsqueda de una solución al caso del ingenio San Francisco El Naranjal, en el municipio de Lerdo de Tejada.
Formalmente, Lerdo no está en Los Tuxtlas, sino que pertenece a la región del Sotavento. Sin embargo, su cercanía física y su ubicación estratégica –es nuestro paso hacia Alvarado y Veracruz- son motivo de un intenso tránsito de personas, de un intercambio económico y social que, con los años, han afianzado una auténtica y fraterna integración. Junto con Ángel R. Cabada somos buenos vecinos y amigos.
El caso de su ingenio, que cerró sus puertas tras declararse en bancarrota en 2012, era verdaderamente doloroso. Un martirio de casi nueve años para cerca de 600 trabajadores directos y miles más que indirectamente dependían de la actividad azucarera. Sin trabajo, sin liquidación, muchas y muchos en la informalidad, muchas y muchos viendo mermar su patrimonio. Negocios cerrando y gente emigrando del lugar atizaban el círculo vicioso de una economía en decadencia.
Y para acabarla: promesas incumplidas de quienes sólo buscaban su beneficio político, el engaño electorero, sin importarles realmente los problemas de la gente.
Pero el tema fue escuchado por el presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador Cuitláhuac García Jíménez, cuyos respectivos Gobiernos fueron fundamentales en la construcción de los acuerdos que destrabaron la situación.
La restitución de la confianza de la iniciativa privada en Veracruz gracias a la seriedad de Gobiernos que ofrecen garantías de legalidad y respaldo político fue clave para que empresarios tabasqueños se interesaran en invertir la fuerte cantidad de dinero necesaria para comprar el ingenio con todo y sus adeudos laborales.
Pronto las y los trabajadores recibirán sus liquidaciones y serán recontratados para volver a inyectar vida a los fierros inertes que volverán a la producción y al negocio.
Mis entrañables amigos puristas del café que dicen que no debe llevar azúcar, sabrán disculparme cuando a modo de celebración me tome una aromática taza con dos cucharadas de azúcar del ingenio San Francisco El Naranjal.
Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política.