Reynaldo Escobar
Resulta injusta, perversa y fraudulenta, la conducta de aquellos“políticos” que dedican su tiempo a la especulación, la mentira, la adulación, utilizando toda clase de triquiñuelas, para justificar los nombramientos obtenidos, sin capacidad o merecimientos para desempeñar una función, en cualesquiera de los sectores público, social y privado.
En la actualidad, la audacia es la principal actitud que asumen los “defraudadores” para conquistar posiciones u obtener logros inmerecidos, sin “temer” a ser descubiertos como “impostores” que a pesar de sus deficiencias o incapacidades, encuentran la forma de perder el tiempo y de hacerlo perder a otros congéneres, con el propósito de eludir responsabilidades.
A los dirigentes y militantes del partido MORENA, les auguran politólogos y sociedad civil, una vigencia efímera y una derrota cercana que los obligará a entregar el poder, cuando se conozcan los resultados de la votación del próximo 6 de junio, que le dará el triunfo a los opositores de la coalición PRI, PAN, PRD, aún con el desgaste de muchos actores políticos, que sin merecimiento alguno, se empeñan en obstaculizar la renovación de cuadros.
Los efectos devastadores del COVID19, la incapacidad para evitar el incremento de contagios y la muerte de miles de compatriotas, más la quiebra económica nacional, el endeudamiento interno y externo, la cancelación de programas de apoyo a enfermos de cáncer y el grave desempleo que ha influido notablemente en un aumento en la criminalidad, muestran un panorama desolador que empuja con fuerza al estado mexicano, a la calificación de Estado Fallido.
México está próximo a ser declarado un “Estado Fallido”, ahora con la intromisión del Poder Legislativo en el Judicial, y ambos Poderes sometidos al mandato supremo del depositario del Poder Ejecutivo Federal, dispuesto a imponer su voluntad por encima de la Ley de Leyes, que al asumir su encargo juró respetar y garantizar su debido cumplimiento.
Las circunstancias traumáticas y de adversidad que golpean severamente a los mexicanos, sólo podrán superarse con acciones decisivas de la sociedad civil, construyendo la “resiliencia” personal y colectiva, que nos permita transitar por un nuevo rumbo para la nación.