Reynaldo Escobar
La legislación electoral que regula el periodo de campaña en cada proceso local o federal, establece que durante tres días anteriores al de la jornada de votación (6 de junio), deberá suspenderse todo acto de proselitismo, que implique orientar al votante para favorecer a cualquiera de los participantes.
En caso de incumplimiento de dicha prohibición, las consecuencias son tan graves, que pueden dar lugar a la cancelación del registro del aspirante, la aplicación de sanciones económicas y en la hipótesis de que se incurra en una conducta delictiva, la fiscalía especializada en delitos electorales (FEPADE) podría iniciar una carpeta de investigación y consignar ante juez competente al imputado que pudiera ser privado de su libertad por considerarse a los delitos electorales como “graves”.
De la decena de aspirantes a la Alcaldía de la Capital Veracruzana, a estas fechas, han comenzado a “tirar la toalla”, por lo menos cinco personajes que no habían tenido la experiencia de participar en otro proceso electoral, ni habían considerado el desgaste físico, económico y familiar que implica aceptar la candidatura para gobernar la Capital del Estado de Veracruz.
Si de por si, la pandemia, la crisis económica y la inseguridad han agobiado a todos los mexicanos, más aún a quienes su novatez en el quehacer político, los ha llevado a la “graciosa huida”, en vez de seguir luchando hasta el final, y cerrar la campaña con una “apasionada entrega”. En los corrillos de cafés y principalmente en redes sociales, ya se habla del retiro voluntario de unos y de la declinación de otros para inducir el voto en favor de aquel candidato que aparece en encuestas, con mejores posibilidades para triunfar.
En tanto no exista en la legislación electoral la figura de la “declinación” que permita sumar los votos que aparezcan en las boletas electorales cruzando el nombre o partido político de quien declina, no se podrán sumar esos votos, al beneficiario favorecido por la declinación. Lo que sucedería en la hipótesis de la declinación, equivaldría a convencer a los seguidores del que se retira de la contienda, para que en la secrecía de la casilla y en ejercicio de la libertad del votante, el sufragio pueda favorecer al candidato recomendado.
El refrán popular que dice: “caballo que alcanza, gana”, es aplicable a lo que acontece actualmente, en donde de menos a más se ha consolidado la popularidad entre los xalapeños de David Velazco Chedraui y la aceptación de sus propuestas para gobernar la Atenas Veracruzana, como candidato de la alianza PRI-PAN-PRD.
Por sus atributos personales, conocimientos y experiencia, David ha rebasado al más pintado de los otros aspirantes, por lo que en los próximos días, seguramente habrá declinaciones de aquellos que con honestidad y consciencia vean en David, al más idóneo para que los nacidos en la Ciudad de las Flores, recuperemos Xalapa y volvamos a depositar la confianza en las autoridades municipales.