Por Salvador Muñoz
¡Es fin de semana! Permítanme olvidarme un poco de la política y a la vez, permítase relajarse, dése un respiro… ya pasaron las elecciones… ya ganó o perdió su candidato… por ello, déjeme contarle algunas cosas de la belleza y la vejez:
La señora presume sus canas en las redes sociales bajo un enunciado: “las mujeres estamos transformando los estándares de belleza, y desde nuestros espacios le estamos dando una lección al mundo, convirtiendo lo que muchas veces llamaron ‘defectos’ en hermosas virtudes que nos empoderan y nos hacen mucho seguras”.
Minutos antes, le comento a la mujer: “¡Qué le pasó a Ricky!”
Tranquilo Ricardo García Escalante… tranquilo Ricardo Ahued… tranquilo Ricardo Exsome… el asunto no es con ustedes.
La mujer tiene por costumbre ver noticias en TV mientras comemos y en la sección de espectáculos aparece dando la nota Ricky Martin, ¿sobre qué? ¡Quién sabe! Me sorprendió su boca… no, no como se lo imaginaron… no es mi tipo… su trompa se veía roja, hasta cierto punto hinchada. La Mujer notó lo demás: en mis palabras, porque los términos que ella usó se me complican, se restiró la cara (sin necesidad de cirugía mayor) y al parecer se aplicó colágeno en los labios… ¡con razón! Pero, ¿cuántos años tiene este buey, perdón, gay? ¡49 añotes! Pues viejo no se ve aunque ahora se ve raro… sin ser despectivo con “raro”.
Sostengo que quien se quiera enderezar la nariz, engrapar la panza, pintarse el cabello, hacerse la talacha completa en su “puerco”, si tiene los medios para hacerlo, ¡adelante! Vivimos tiempos en que de acuerdo a los estándares dictados por nuestra sociedad, se está “feo” porque se quiere o porque se es pobre.
Se las cuento aunque parece chiste, pero es anécdota:
Llega a la escuela una señora rubia, nariz respingada, labios carnosos, pestañas cachaconfetis o de ésas que sostienen un cigarrillo… ¡qué digo cigarrillo! ¡un pinche habano! con pómulos cincelados, cuerpo de Diosa, acompañada del marido, de esos señores recién salidos del gimnasio, dijeran en el barrio: un chichi guanga (de tan mamado que está), y guapo pero tan guapo que el Bingen y yo nos quedamos cortos… iban por el chilpayate y ahí está uno esperando a que saliera el Querubín de María Grever: un escuincle cabellos de oro, dientes de perla, labios de rubí… cuando sale el chamaco, pensamos que era adoptado pero no… al final, los genes de la mamá se impusieron… claro, sin cirugía, sin colágeno, sin peróxido, sin botox… les dije, parece chiste pero es anécdota.
Queremos ser bonitos y no envejecer… gracias a Dios que alguien inventó los filtros (y las mentiras) para subir nuestras fotos en las redes sociales. ¿A poco no ha visto los comentarios de las amiguis cuando alguien sube su más reciente selfie? “¡Ay, qué guapa! ¿Pero qué te hiciste que te ves divina?” que hace que uno diga “Ya necesito de nuevo graduación porque ya no veo lo que otros ven”.
Le digo a la Mujer que Sean Connery era un viejo guapo, así, pelón, con barba canosa; le digo que Pierce Brosnan es un galán otoñal canoso… ¡vamos! ¡hasta la abuelita Maribel Guardia, con sus 62 años, está saludable por cualquier lado que se le vea! Entonces ¿por qué el Ricky a sus 49 se desgracia la cara? ¡Ni idea!
Por cierto, la señora que presume sus canas en las redes con esa frase que dice que “las mujeres estamos transformando los estándares de belleza, y desde nuestros espacios le estamos dando una lección al mundo, convirtiendo lo que muchas veces llamaron ‘defectos’ en hermosas virtudes que nos empoderan y nos hacen mucho seguras”, trae la ceja tatuada y ya no les cuento lo demás. Dos cosas más antes de iniciar mi fin de semana:
1.- Las canas no son sabiduría, sino ausencia de melanina.
2.- Si alguien critica tus hilos de plata, siempre responde: Las canas arriba, ¡las ganas abajo!
smcainito@gmail.com