Pablo Jair Ortega / Enviado especial
Uno esperaba un incesante calor en las riberas de Papaloapan, pero la verdad que el sol fue condescendiente.
Dicen que como uno es de Minatitlán, el calor de la cuenca no le hace nada, pero la verdad que aquí es más sofocante…. No cierto, el aire, el “fresco” de la ribera hace la diferencia.
El primer punto es llegar a Alvarado, ahí frente a “La Viuda”, donde dicen que se inventó el Arroz a La Tumbada, uno de los mejores platillos veracruzanos y del mundo. Ahí está el catamarán anclado, justo entre los barcos camaroneros que descansan a las orillas del afluente. De ahí partirá una nueva historia en el ámbito del turismo regional.
Desde hace años existe un proyecto para usar al poderoso río como una ruta turística fluvial, enlazando a los pueblos que son cuna de la cultura jarocha, la de los jaraneros; que de aquí se puede llegar hasta Oaxaca porque existe un poderoso río que atraviesa el sureste veracruzano y es zona muy fértil para el cultivo diverso.
Pero qué mejor escenario que Tlacotalpan para iniciar historia.
“Tlaco” siempre será retratable, visitable, agradable. Es como ir a esos tesoros hechos ciudad; esos que tienen pueblo dicharachero, bullanguero, que no faltan de tener el sombrero de cuatro pedradas y la jarana al hombro. Es el Tlacotalpan donde presumen donde nació Agustín Lara como el máximo héroe local nacido en estas tierras.
El asunto es que el Papaloapan tiene su tiempo, su ritmo. Uno puede decir que puede navegar a toda prisa, con toda la velocidad, pero la realidad es que serán las aguas las que marquen el tiempo para flotar. Cuando nos sacan de la cantina Blancanieves, nos dicen que “El Cuenqueño” ya se está acercando al muelle y hay que irse acomodando para la foto y el video…
Pero pasaron las horas y haga de cuenta que uno estaba ahí asoleándose como iguana en la piedra. Diría el “Ferras”: no hay tos, lo pago, padre.
“El Cuenqueño” llega escoltado por las lanchas que viajan diariamente por el río. No es fiesta patronal, pero sí hay mucha gente que reactivó la economía con la venta de artesanía, bebidas… por ejemplo, era imperdonable no pasar a la cantina de Tobías para echarse un torito de mango y otro de limón.
El mismo gobernador habla de que no solamente debe ser el 2 de Febrero la fiesta máxima que atraiga el turismo; que es precisamente este recorrido la apuesta de la iniciativa privada para relanzar el turismo en la Cuenca justo cuando es necesario por el tema pandemia.
Mire, no hay qué pensarle mucho: el río Papaloapan es una de las bellezas naturales, inspiración de poetas, versadores. Ahí está como un hermoso paisaje permanente, imborrable. Sólo era cuestión de ponerle ganas, iniciativa, un catamarán llamado “El Cuenqueño” para recorrer lo que incluso muchos veracruzanos desconocen.