La tarea que el presidente Andrés Manuel López Obrador encargó al empresario regiomontano Carlos Bremer, para reconfigurar las ligas profesionales de beisbol y consolidar una representación mexicana competitiva en este deporte, no ha tenido los resultados esperados, y a juzgar por lo sucedido recientemente en las Olimpiadas de Tokio 2020 podría incluso considerarse un rotundo fracaso.
El deseo del Presidente por posicionar al deporte de las novenas como uno de los de mayor afición a nivel nacional lo llevó a meter mano desde 2019 en los equipos integrantes de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) y en la poderosa Liga Mexicana del Pacífico (LMP); esto con el apoyo y la gestión del dueño de Value Grupo Financiero, quien como recompensa terminó siendo el responsable de decidir los jugadores que representarían a México en los Olímpicos de Tokio.
Bremer inició gestiones a principios de 2019 para que las confrontadas ligas del beisbol mexicano pudieran compartir o intercambiar equipos entre sí, de manera que se pudiera contribuir a las promesas de campaña de López Obrador, específicamente con el regreso a la actividad profesional de los equipos El Águila de Veracruz y los Algodoneros de Guasave; éste último, en una plaza en la que interesa tener buena imagen al Presidente: el estado de Sinaloa.
Las negociaciones incluían que los famosos Sultanes de Monterrey, equipo de alta rentabilidad para la Liga Mexicana de Beisbol, jugaran para la Liga Mexicana del Pacífico, con el compromiso de que llegarían a la primera organización dos novenas de gran arrastre: El Águila de Veracruz y los campeones de la LMP en ese año, Charros de Jalisco. La apuesta era tan alta que, en el caso veracruzano, Bremer tuvo que aliarse con el empresario Bernardo Pasquel —uno de los personajes vinculados en en la filtración de los videos en los que Pío y Martín Jesús López Obrador reciben dinero en efectivo—y en el occidente el trato finalmente no se concretó.
Jalisco, y más aún su capital Guadalajara, era la única plaza con la categoría para compensar a la LMB por ceder al equipo de los Sultanes a su competidora, por lo que se hizo necesario desintegrar a la directiva de los Charros, de Salvador Quirarte, y construir una nueva escuadra en esa localidad, que responde al nombre de los Mariachis de Guadalajara, bajo el mando de Rafael Tejeda. Todo esto con la intervención de Carlos Bremer a partir de una orden presidencial.
Ya encarrerado en estas labores, Bremer aseguró a AMLO que había posibilidades de medalla olímpica en su deporte favorito, e insistió en llevar para ello a los juegos olímpicos de Tokio a su patrocinado, el exjugador de Ligas Mayores Adrián González Savín, hermano del titular de Probeis, Edgar González, y flamante contratación de los Mariachis para su temporada de retiro. Para alcanzar este objetivo, la Federación Mexicana de Beisbol tuvo que destituir al manager del representativo mexicano, Juan Gabriel Castro, quien se negaba a reclutar a González. Finalmente fue sustituido en el dugout por Benjamín Gil, también adquisición reciente de los Mariachis.
El equipo que prácticamente erigió el empresario regiomontano cosechó tres derrotas en tierras japonesas; anotó 9 carreras y le anotaron 20, y sucumbió ante
países poco conocidos en el deporte de la “pelota caliente”, como Israel. Una suerte similar tuvo otra deportista patrocinada por Value en las Olimpiadas: la golfista Gabriela López —se colocó en el lugar 38—, quien además “casualmente” fue designada como abanderada de la delegación mexicana.
Carlos Bremer es conocido por el apoyo que en los últimos 20 años ha otorgado a deportistas mexicanos de clase mundial, como la medallista taekwondoína María Espinoza, la arquera Mariana Avitia o la raquetbolista Paola Longoria. Se reconoce su participación como patrocinador en este año del Comité Olímpico Mexicano, al que financió una parte de los boletos de avión de los deportistas. Pero la vinculación del deporte con la política es una fórmula que históricamente ha dado malos resultados, y es una lección que el propio López Obrador deberá también aprender.
CARTERA / Mario Maldonado / El Universal