Opinión | LA VIOLENCIA, ENGENDRA VIOLENCIA

Por Reynaldo Escobar Pérez

No se puede culpar a la ex presidenta municipal de Álvaro Obregón, en la CDMX, Layda Sansores, de los hechos violentos del día de ayer, ocurridos en las afueras del recinto donde sesiona el poder legislativo del estado que gobierna la doctora Claudia Sheimbaum y cuyo resguardo policial le fue encomendado al secretario de seguridad pública Omar García Harfush.

De lo que sí se debe responsabilizar a todos los funcionarios que tienen a su cargo la gobernabilidad de la CDMX, es de la indolencia que muestran, donde debería imperar el orden y el respeto a las autoridades, que gracias a la pluralidad han sido electas, porque pareciera que todos los políticos que derrotan a los morenistas, están en riesgo de ser agredidos, ante el peligro que representa una turba de golpeadores, seguramente policías disfrazados de civiles, como se afirma entre los propios habitantes capitalinos.

Y es que el día de ayer, la presencia de alcaldes electos, que fueron abanderados por la coalición va por Mexico, integrada por los partidos PRI, PAN y PRD, a las puertas de la sede del poder legislativo local, llevaba el propósito de establecer un diálogo para conocer el ejercicio presupuestal con el que responderán a las demandas ciudadanas recibidas en campaña, ante la negativa de audiencias solicitadas a la doctora Sheimbaum.

Nadie justifica la presencia de policías en el congreso local y menos que efectivos de seguridad pública, impidieran el ingreso a ese recinto, de otros alcaldes electos que acompañaban a Lía Limon, quien por cierto es la sucesora de Layda Sansores, en la alcaldía Álvaro Obregón.

Sandra Cuevas, del municipio de Cuauhtémoc, Santiago Taboada de Benito Juárez y Mauricio Tabe de Miguel Hidalgo, fueron golpeados, siendo Lía Limon la que recibió un golpe en la nariz que la hizo sangrar a consecuencia de un roce con el escudo de un policía, según fue registrado por cámaras de video y teléfonos celulares de los presentes.

Mal comienzo para una relación institucional y pacífica entre el gobierno capitalino y los alcaldes opositores al partido en el poder, que de no frenarse, volverá ingobernable a la CDMX y las aspiraciones presidenciales de Claudia Sheimbaum quedarán superadas por otros suspirantes que si dominen la ciencia de la paciencia.