José Ortiz Medina
Allá por 1992, cuando México y Estados Unidos estaban en los prolegómenos del Tratado de Libre Comercio (TLC) que entró en vigor el 1 de enero de 1994, Robert Mosbacher, Secretario de Comercio de EU, viajó al Estado de Veracruz.
En el World Trade Center de Boca del Río, Robert Mosbacher ofreció una conferencia de prensa de manera conjunta con el entonces gobernador Dante Delgado Rannauro.
Ya reunidos en dicho recinto del inmueble que construyó en su cuatrienio el alvaradeño-cordobés, los reporteros veracruzanos preguntaron lo que quisieron.
Fueron pocas, poquísimas las preguntas de los comunicadores que estuvieron realmente sustentadas o bien argumentadas.
Hubo por ejemplo, una comunicadora –no decimos el nombre para no herir susceptibilidades- que le preguntó al secretario de Comercio sobre la exportación de tomates y chiles, que si el TLC habría de afectar esos productos en la balanza comercial entre ambas naciones, como si los gringos tragaran harta salsa picante. Si fuese el aguacate, ahí sí hubiera quedado bien la pregunta, pues dicha fruta –que no verdura, como algunos y algunas equivocadamente creen- es muy consumida en guacamole en la Unión Americana, siendo la botana favorita en el Super Bowl. Aunque en la reciente edición de ese magno evento deportivo, cancelaron las exportaciones ante amenazas que recibió un agente del vecino país. Ya se reanudará la venta hacia territorio norteamericano, pero el castigo temporal dejó millonarias pérdidas para los productores mexicanos, principalmente de la región de Michoacán.
Pero volviendo a la conferencia de prensa de Mosbacher y Dante, hubo otras preguntas insulsas y desinformadas que prácticamente sacaron de quicio al colaborador de George W. H. Busch.
“What poverty of Veracruz journalism!” (¡Qué pobreza del periodismo veracruzano!), le dijo casi al oído Mosbacher a Dante Delgado, pero el acucioso e inteligente corresponsal de La Jornada, Raymundo Jiménez, alcanzó a escuchar la frase y así lo consignó en su crónica que salió publicada al día siguiente.
Pero lamentablemente así se la gastan algunos colegas. Insistimos, algunos, porque hay quienes se han preparado al grado de no sólo obtener posgrados, sino que cuentan con dos o tres licenciaturas.
En otra ocasión, un reportero del Puerto de Veracruz, le preguntó a un Embajador de Cuba en México sobre la “Bahía de Cerdos”. “Querrá usted decir, Bahía de cochinos”, corrigió el diplomático.
Varios ex gobernadores han padecido a esta “fauna periodística” que pregunta sobre temas intrascendentes, sin sustento, o sólo por simple golpeteo político. Hasta el mismo Cuitláhuac García ha tenido que lidiar con cuestionamientos carentes de rigor periodístico. Pero bueno, es parte del show.
Y esa falta de preparación luego se ha visto reflejado en cierto columnismo ramplón y corriente. No es raro ver “columnas” periodísticas que abordan temas personales de los políticos o funcionarios.
Sin el menor rubor, ha habido colegas que han acusado de lesbianas, homosexuales, o que “tienen SIDA”, algunos actores políticos o de la administración pública municipal, estatal o federal.
Asimismo, ha habido colegas que literalmente han “matado” en sus textos a políticos, y luego de aclarado el punto, no han tenido tantita vergüenza de ofrecer una disculpa. Y no se disculpan porque no son humildes, no aceptan sus errores. Puede más en ellos la estúpida soberbia y el orgullo.
O luego estos “comunicadores” abordan temas de baja estofa, que rayan en el chisme vil, casi como del programa de TV “Ventaneando”.
Hace poco, por citar un ejemplo, en algunos medios de comunicación, se comentó que una persona “cercana” a Joana Marlen Bautista Flores, Directora General de Administración del Poder Judicial del Estado de Veracruz, fue sorprendida sustrayendo mercancía de la tienda departamental Liverpool.
Más allá de si sea “cercana” esa persona o no a la servidora pública, ¿y eso qué tiene que ver? Pues nada.
Hasta donde sabemos, Bautista Flores, sólo se dedica a su chamba. Nos comentan que es una mujer muy trabajadora y dedicada en la función que desempeña.
¿Misoginia?, pues en este caso no lo creemos. Más bien se trataría de ataques que provienen de individuos o individuas a las que seguramente les pisaron los callos; es decir, se sintieron afectados en sus intereses.
Y como sienten rabia, por eso recurren a plumas a sueldo, de esas que se alquilan para escribir cualquier barbaridad, sin importarles que con ello empobrecen aún más el periodismo veracruzano.