El descalabro a la reforma constitucional en materia de energía eléctrica en San Lázaro, si somos justos, tiene nombres y apellidos. Si desde Veracruz los enlistamos, el de Sergio Gutiérrez Luna, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara federal de Diputados, es uno de muchos.
Lo ocurrido en el debate y votación de la reforma eléctrica exhibió la falta de oficio político del legislador que desde septiembre pasado presume su “veracruzaneidad” en actos públicos por el estado con disfraz de giras de trabajo.
La sacudida parlamentaria que le propinó la oposición al oriundo de Minatitlán sin arraigo, mostró que su falta de dedicación al cargo impidió al Presidente Andrés Manuel López Obrador avanzar con la reforma más importante del sexenio.
Por los números de la votación, Gutiérrez Luna asomó su incapacidad en el cabildeo entre la oposición para sumar a la reforma, responsabilidad única del presidente de la Cámara.
En cambio, su tibieza, falta de oficio y los “coqueteos” políticos con liderazgos de Movimiento Ciudadano, posibilitaron el revés que en pleno Domingo de Resurrección festinaban en la oposición.
Sergio Gutiérrez —“Gutierritos”, aunque se enoje—, por dedicarse a sus payasadas; por perder el tiempo en Veracruz y sentarse con cartuchos quemados; y por concentrar a lidersuchos magisteriales y organizaciones priistas moribundas, se exhibió como un farsante e improvisado político.
Luego de lo ocurrido en la Cámara, ni Sergio ni sus aplaudidores resucitan jamás.
