Migrante de Tlapacoyan pagó por un “viaje VIP”, pero murió hacinado en el tráiler de San Antonio, Texas

A pesar de haber pagado hasta 13 mil dólares por viajes más cómodos y seguros para cruzar la frontera hacia Estados Unidos, los migrantes mexicanos Pablo Ortega y Julio López encontraron la muerte en el tráiler que fue hallado en San Antonio, en junio pasado, junto con otras 51 personas.

Una red de coyotes ofrece estos viajes, con cervezas de cortesía, estancias en casas de seguridad con videojuegos e incluso una semana en un rancho.

El pago por estos cruces supera el de un viaje promedio, que cuesta entre dos mil y siete mil dólares, de acuerdo con datos del gobierno de México.

Familiares de los mexicanos relataron que Ortega acordó pagar 13 mil dólares (265 mil 910 pesos mexicanos, al tipo de cambio de ayer), mientras que López pagó 12 mil dólares, bajo la promesa de que viajarían solos o en grupos pequeños, lo que, finalmente, no ocurrió.

Pagaron 13 mil dls. por viaje VIP en tráiler de San Antonio

Redes de trata ofrecieron a dos mexicanos un paquete más costoso para llegar a EU, que incluía cerveza y estancia en una casa con videojuegos; después subieron al vehículo en el que murieron asfixiados el 27 de junio.

Ante el peligro en la frontera México-Estados Unidos, redes de coyotes ofrecen viajes que promueven como más seguros y cómodos, por los que cobran hasta 13 mil dólares.

Los migrantes mexicanos Pablo Ortega y Julio López contrataron esa oferta. Ambos subieron al tráiler que fue hallado en San Antonio en junio pasado, donde murieron asfixiados junto con otras 51 personas.

Como parte del viaje con destino a la Unión Americana, les dieron cervezas de cortesía, una estancia en casas de seguridad con videojuegos, incluso una semana en un rancho.

Ortega acordó pagar 13 mil dólares (265 mil 910 pesos mexicanos, al tipo de cambio de ayer) y López pagó 12 mil dólares, compartieron sus familiares.

Se trata de una cantidad superior al promedio de dos mil a siete mil dólares para los migrantes mexicanos, según datos del gobierno de nuestro país.

Los cruces desde México a territorio estadunidense alcanzaron un récord de 1.7 millones en lo que va del año hasta junio. Además, el año pasado, murieron 728 personas en la frontera, la cifra más alta en la historia.

A las 14:50 horas del 27 de junio, un camión de carga de 18 ruedas con una cabina Volvo roja de 1995 atravesó un puesto de control del gobierno estadunidense, cerca de Encinal, Texas, unos 65 kilómetros al norte de Laredo.

PROMESA INCUMPLIDA

Al embarcarse con el fin de buscar una mejor calidad de vida, se les dijo que viajarían solos o en pequeños grupos.

López partió el 8 de junio de Benito Juárez, de Chiapas. El trabajador de un aserradero de 32 años esperaba enviar dinero a su esposa Adriana para proporcionar mejores cuidados a su hijo menor, quien vive con autismo.

El nombre de ese hijo, Tadeo, estaba tatuado en su brazo izquierdo.

En el caso Ortega, su madre Rafaela Álvarez vendió una casa rodante.

Al llegar a la frontera, le pidieron otros dos mil dólares para, presuntamente, llevarlo por una ruta más segura, sin pasar por el desierto, cruzando el río Bravo y viajando en el compartimiento para dormir de un camión con redes de trata ofrecieron a dos mexicanos un paquete más costoso para llegar a EU, que incluía cerveza y estancia en una casa con videojuegos; después subieron al vehículo en el que murieron asfixiados el 27 de junio otros tres migrantes hasta Houston.

Álvarez empeñó joyas de oro para obtener el dinero extra. Ella recuerda haberle advertido que no se subiera a un tráiler lleno de gente.

“Se acaba el aire”, le dijo en una videollamada.

Durante las siguientes dos semanas, Ortega envió fotos y videos desde una casa espaciosa y bien decorada donde jugaba videojuegos y comía pizza, mientras los contrabandistas esperaban a que disminuyera la presencia de la Patrulla Fronteriza.

En esa zona, las autoridades migratorias mantienen puestos de control hasta unos 150 kilómetros adentro.

El 29 de mayo cruzó el río Bravo, pero un agente lo envió de regreso a México. López tampoco logró cruzar la primera vez.

Tras la difusión del hallazgo del tráiler de San Antonio, los traficantes de Julio López alimentaron las esperanzas de su familiar de que todavía estaba vivo, hasta que su esposa identificó el cuerpo a través de fotografías el 5 de julio.

Rafaela, temiendo lo peor, llamó a los contrabandistas de Pablo Ortega más de 30 veces para tratar de confirmar que su hijo estaba vivo. Bloquearon su número.

Cuando viajó a San Antonio para identificar el cuerpo de Ortega, era la primera vez que veía a su hijo desde 2014.

Pablo Ortega fue velado en su natal Tlapacoyan, en el centro de Veracruz, el pasado 15 de julio. Una banda entonó canciones para despedirlo.

“NO TE SUBAS HASTA ATRÁS”

Antes de emprender el viaje hacia Estados Unidos, Pablo Ortega le avisó a su hermana Rosa Esmeralda que viajaría en un tráiler.

“Cómo que en tráiler. ¿No que por el río?”, le dijo a Pablo.

Él, originario de Veracruz, es uno de los 53 migrantes que murieron en el tráiler hallado el 27 de junio en San Antonio, Texas.

“No te vayas a ir hasta atrás porque te vas a asfixiar”, le insistió Rosa Esmeralda en una conversación por WhatsApp.

Buscando evadir los controles fronterizos de Estados Unidos, los traficantes están recurriendo a métodos más riesgosos, incluido un mayor uso de tráileres.

“Tenemos que cruzar el río y nos va a esperar un tráiler donde van a subir a toda la gente”, respondió Pablo.

Con información de Excélsior