Lo comenta el periodista Pablo Jair Ortega este jueves, en su ColumnaSinNombre:
NOTA PARA PEGAR EN EL REFRI: «Hace unos meses aquí dimos a conocer el caso de una valiente mujer cuya expareja fue a esconderle a su casa —en Coatepec— un equipo de ultrasonido que fue sustraído de una bodega de la Secretaría de Salud. Bajo amenazas, el tipo la obligó a que escondiera el costoso aparato médico, hasta que la fémina se envalentonó y denunció oficialmente los hechos… Ya las autoridades de Salud tienen conocimiento del caso, pero los burócratas —especialistas en valemadrismo— que llevan el tema en la Dirección Jurídica en la dependencia estatal, de plano dicen que no van a proceder contra uno de los suyos porque el caso es de “problemas maritales”… Así con esa lógica, cualquier empleado de la Secretaría de Salud puede robar un costoso equipo médico, llevarlo a casa de su pareja y luego decir que todo se trata de una venganza personal para que no lo investiguen ni procedan contra él… Se sabe también que está extraviado un tomógrafo, que no es cualquier aparatito… Pero lo más sorprendente es que dicen que a raíz de la denuncia, pusieron a auditar internamente para verificar los documentos de los equipos extraviados y resulta que ni siquiera aparecen las facturas, por lo que el ultrasonido sigue en la casa de la denunciante, echándose a perder, hasta que la burocracia se aplique o haya voluntad en las oficinas de Salud para resolver… ¡Qué desmadre se traen, de veras!… Al rato no se sorprendan si el aparato aparece en el basurero o frente a Palacio.»s






