Por Yair Ademar Domínguez
Desde que tomó el mando del gobierno de Estados Unidos, nuestro país vecino, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha tenido una buena relación con el presidente Joe Biden. El jefe del estado norteamericano ha sido atento, le ha dado su lugar, como corresponde, al Jefe de las instituciones de nuestro país. No es para menos. En política la buena vecindad siempre dará buenos resultados.
El domingo, a su llegada a nuestro país, el mexicano recibió al estadounidense en el aeropuerto “Felipe Ángeles” y conversaron a lo largo de una hora, en el traslado. “Hablamos en muy buenos términos. Él está muy contento de visitar México y fue muy agradable todo el recorrido. Estuvimos platicando muy bien. Es una muy buena persona. Y yo pienso que va a ser muy exitoso el encuentro”, dijo el presidente López Obrador.
“El presidente Biden es una gente amable, estuvo todo el tiempo contento, platicamos sobre temas que vamos a tratar en la reunión bilateral, el tema migratorio, los temas relacionados con la integración económica de América del Norte y sobre todo el pensar en la integración económica con respecto a las independencias, a las soberanías de todos los países de nuestro Continente, porque como lo hemos venido diciendo, no basta con integrarnos en América del Norte”.
Con el liderazgo que posee en América Latina, el Jefe de las instituciones de nuestro país lleva en la agenda bilateral temas de América Latina, porque sin lugar a dudas ha tenido un liderazgo creciente. “Es un sueño que podemos convertir en realidad el que se logre la unión entre todos los países del Continente Americano. Que podamos complementarnos, porque es el Continente con más potencial, con más recursos, con más posibilidades de garantizar el bienestar para nuestros pueblos, pero tenemos que unirnos y no sólo pensar en lo económico, sino también en el bienestar de nuestros pueblos, ayuda mutua y actuar con respeto a nuestras soberanías”, dejó en claro.
Claudia Sheinbaum, trabajo y fortaleza
Está tan fuerte, tan sólida, tan consolidada en el proyecto de sucesión presidencial la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, que un vientecito, por muy leve que sea, pone nerviosos a los neoliberales y fifís, a los conservadores, a quienes añoran los viejos regímenes de corrupción y deshonestidad. Sólo así se puede explicar el ataque que recibió por el accidente en la Línea 3 del Metro el pasado fin de semana.
En Veracruz, como se recuerda, tuvimos un gobernador priista, Miguel Alemán Velasco, quien, para evadir su responsabilidad, ante el incendio en un mercado en el puerto de Veracruz, contestó a la prensa: “No soy bombero”. Así, contundente, con todo el cinismo del mundo, mientras viajaba por Europa, evadió su responsabilidad o al menos no tuvo ninguna sensibilidad frente a una tragedia como la ocurrida en esa ocasión.
Los mandatarios del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) en todo el país, si bien en sentido estricto no son bomberos sí se ponen en la camisa de los bomberos, de los rescatistas, del personal de salud, de protección civil, por la atención inmediata que se brinda a la población, porque son pueblo gobernando. De ninguna manera se andan escondiendo ni evadiendo su responsabilidad, no se pueden dar el lujo del cinismo, como lo hizo aquel mandatario, cuyo hijo, por cierto, ha escapado del país para evadir a las autoridades hacendarias.
Pero ¿por qué la andanada en contra de la Jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum? Muy sencillo: por su tamaño, por su estatura, por el trabajo que ha realizado en la capital del país, lo que le ha permitido atraer el reflector y ser ejemplo para gobiernos de los estados, en donde le han pedido que comparta sus experiencias. Esa ha sido la única razón del ataque que le han enderezado, su estatura y fortaleza, insistimos.
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