Por Luis Humberto Tejeda Taibo
¿Cuál es el concepto de perseguido político? Pues muy sencillo: cualquier ciudadano que ejerza o se dedique a la política y por la misma, el Estado lo persiga o encarcele, sin haber cometido un delito, solo por verse amenazado.
Hoy en México, cualquier político corrupto se llama así mismo «perseguido», de tal suerte que, aunque estén sometidos a plenos procesos penales, con señalamientos directos y testigos, ellos y sus abogados tratan muchas veces –con apoyo de prensa a modo– de pasar por víctimas de un Estado autoritario.
Casos hay muchos. Mire usted, amigo lector: el ex candidato a la Presidencia de la República por el PAN, el ex Procurador del país en la administración de Enrique Peña Nieto, entre otros.
Acá mismo en Veracruz: muchos funcionarios de las administraciones estatales pasadas, la gran mayoría hoy presos o evadidos de la justicia.
Es de llamar la atención que cuando están sujetos a proceso penal dentro de la cárcel, apelan a salir de la misma argumentando problemas de salud; y una vez afuera, mágicamente y por obra y gracia del Espíritu Santo, se curan y hacen vida normal.
Por desgracia los penales tienen aún, pese a las reformas y simplificación administrativas, muchos inocentes recluidos, pero estos nada tienen que ver con la política.
Por ello siempre he sostenido que el problema de este país no es la corrupción, si no la impunidad; el saber que no le ocurrirá nada a uno por más ladrón que haya sido dentro del encargo político o la función pública.
Si usted quiere saber qué político o qué funcionario es o fue ladrón, solo efectúe una simple ecuación: observe cuáles han sido sus cargos, investigue, cuáles han sido sus ingresos e infórmese cuál es su patrimonio actual. Así de sencillo y simple: si su riqueza no corresponde a sus ingresos, pues está usted ante un pillo que luego se convertirá en «perseguido político».
Nos vemos en la próxima entrega.





