El reto de la educación e inclusión financiera

Dentro de los temas pendientes en la agenda del desarrollo nacional, se encuentran sin duda el de la Educación Financiera, como capacidad social e individual para administrar el dinero, dar seguimiento a las finanzas, planear a futuro, elegir productos financieros y mantenerse informado sobre las actualizaciones de este sector, es decir, de manera muy concreta: la capacidad de las personas para entender y manejar sus finanzas personales de manera efectiva; e igualmente y ligado a lo anterior, lo relativo a la Inclusión Financiera, tema recurrente de las recientes ediciones de la Convención Bancaria, organizada por la Asociación de Bancos de México-AMB, que en este 2023 le reitera como punto central, no solo para los representantes de la banca privada, sino de la banca de desarrollo, como parte del proyecto que impulsa el bienestar económico y social del Gobierno Federal, y que se refiere a la participación de la población en el sistema financiero, dado que actualmente en nuestro país una gran parte de la población no tiene acceso a  los servicios financieros formales, como cuentas bancarias, tarjetas de crédito, préstamos, entre otros; lo cual debe ser tema de atención, pues la inclusión financiera es esencial para reducir la pobreza y la desigualdad, ya que permite a las personas tener acceso a herramientas financieras que les permiten mejorar su calidad de vida.

La educación financiera considera, el conocimiento sobre la gestión del dinero, el ahorro, la inversión, el uso de tarjetas de crédito, el manejo de deudas, entre otros temas relacionados con el ámbito financiero, asignatura que en México, debe ser fundamental para que las personas puedan tomar decisiones informadas y responsables sobre sus finanzas personales.

Ambas, la educación e inclusión financiera, tienen enorme potencial en cuanto a beneficios sociales y económicos, pues permiten a los sectores sociales enterados de estos temas, el tomar decisiones informadas con resultados que impactan positivamente su economía personal, familiar y social, al ahorrar más, evitar el endeudamiento excesivo y planificar mejor su futuro financiero; contribuyendo a la estabilidad financiera de las personas y sus familias; con un impacto adicional a nivel macroeconómico, en un círculo virtuoso que al incluir a más personas en el sistema financiero, genera un mayor acceso al crédito y a los servicios financieros, lo que a su vez fomenta la inversión y el crecimiento económico, con efecto positivo en la lucha por reducir los índices de pobreza; pues es claro, que el ahorro y la inversión, conllevan a la libertad e independencia financiera.

En México, a pesar de los avances logrados, el 85% de las operaciones y transacciones comerciales siguen siendo en efectivo, derivado de que todavía hay una gran cantidad de personas que no tienen acceso a servicios financieros formales; según datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), en 2019 solo el 36% de los adultos en México tenían una cuenta bancaria, y solo el 13% de la población había solicitado un préstamo formal; problemática acentuada ante el elevado índice de comercio informal con el que contamos.

El reto de la educación y la inclusión financiera, se debe afrontar como un tema de interés nacional, que requiere en el ámbito de la educación financiera, el que se realicen esfuerzos desde el sistema educativo y hacia la población en general, promover programas de educación financiera, la capacitación de docentes y la difusión de información sobre finanzas personales en medios de comunicación, pues no se trata de un tema exclusivo de banqueros y/o financieros, se trata de la posibilidad real de alcanzar socialmente un nivel de bienestar superior, porque incluso para quienes en algún momento de su vida logran despuntar económicamente, la ignorancia de estos temas tiene como resultado casi ineludible, el gasto por encima del ahorro y la inversión; y con ello, el regreso al punto de debilidad económica.

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