José Ortiz Medina
Las vueltas que da la vida. Le hacían bullying en la preparatoria del Tec de Monterrey, Campus Fortín (hoy desaparecido).
Le decían el “Cara de Moco”, apodo que derivó en “Cara e´Moco”, y luego ya de pura “güeva” ya sólo le decían el “Caremo”.
Y el gordito se enchilaba.
Los que más lo jodían eran los ricachones.
Y el obeso muchacho era discriminado no sólo por su aspecto físico y su voz aflautada o atiplada, sino también porque no tenía mucha lana. A duras penas podía pagar la colegiatura con las raquíticas ganancias que le dejaba la panadería que administraba junto con su mamá. No hacía mucho tiempo había quedado huérfano de padre, al perecer éste en el sismo del 19 de septiembre de 1985, justo en el cumpleaños de Javier.
Y así como “El Negro” Durazo defendía de los madrazos a José López Portillo en la Primaria, así Polo Pascacio era el único que no se ensañaba con Javier. Y si podía, Polo pedía que ya no chingaran tanto al gordito.
Por eso, así como José López Portillo le pagó al “Negro” Durazo haciéndolo jefe de la policía de la Ciudad de México, de la misma manera, ya siendo gobernador, Javier Duarte de Ochoa, ya ungido como Gobernador, le dio chamba a Polito en una importante oficina de la coordinación general de Comunicación Social, con un jugosísimo sueldo. Fue la plenitud del pinche poder, y Polito disfrutó de las mieles del gobierno duartista.
¿Qué tantas cosas habrá sabido Polito de uno de los sexenios más corruptos de la historia de Veracruz pero que prefirió callar?
Pero aún así, hay que reconocer que Polito jamás ha negado a su amigo del alma, ahora preso en el Reclusorio Norte de la CDMX. “Es mi amigo, y por qué lo voy a negar”, ha dicho en reiteradas ocasiones.
Ahora Polito colabora al lado de Manuel Huerta, ese siniestro personaje que ha hecho pactos con Dios y hasta con el diablo. Así que nada extraño sería que ahora cobije a un duartista. Total, que la 4T santifica a todo aquel que se protege bajo su sacrosanto manto.