Juan Javier Gómez Cazarín*
En marzo del 2020 llevábamos algunas semanas recibiendo noticias del Covid-19 que nos llegaban desde medio mundo de distancia. Imágenes como de película de ciencia ficción en España, Italia, China.
No pasó mucho tiempo en que una oleada de casos –después sabríamos que era la primera de varias- llenara nuestros hospitales públicos y privados. Gente pidiendo oxígeno, familiares angustiados, enfermos sacados de su casa en una burbuja de plástico.
Y con esa primera oleada, llegó el drama del personal médico, de enfermería, paramédicos y, en general, de cualquier trabajadora o trabajador de hospital lidiando con enfermas y enfermos de Covid-19. Se reprodujo en sus personas el caso de los cuidadores medievales de enfermos contagiosos, prácticamente condenados ellos mismos a la misma suerte.
Colocados en la primera línea de batalla, prácticamente nadie se rajó. Nadie puso a su bienestar y el de su familia delante de su misión. Nadie dejó de cumplir con su encomienda. Y, tristemente, no fueron pocas ni pocos los profesionales de la salud que a su vez se enfermaron y murieron.
Ya en la Legislatura pasada, se concedió la Medalla Adolfo Ruiz Cortines al personal de salud de Veracruz. Se entregó en diciembre de 2020, cuando todavía no teníamos vacunas.
En agosto del año pasado, otra compañera mía, la diputada Nora Jessica Lagunes Jáuregui, propuso que el 27 de marzo de cada año se conmemorara el Día Estatal de las y los Héroes Veracruzanos de la Salud. En febrero, de este año, su propuesta –enriquecida por la de otras y otros legisladores de Morena- fue aprobada por unanimidad de votos.
Hoy lo conmemoramos por primera vez. Rendimos homenaje a la memoria de héroes y heroínas de la salud en el Palacio Legislativo. Se presentó la convocatoria para el diseño de un monumento, con sus nombres y apellidos, que será colocado en la sede del Congreso. El paso del tiempo no borrará su recuerdo.
Y si mi lunes fue muy bueno, de mi domingo tampoco me puedo quejar.
Resulta que ayer nos tocó Tequio con Tokio en Cuatotolapan –en mi querido Hueyapan de Ocampo- donde nos pusimos a echar mezcla de cemento con la gente del pueblo. Hasta nos olvidamos de ver el partido de la Selección.
¿La causa en esta ocasión? Nada menos que pavimentar 300 metros de banqueta de la carretera a Covarrubias, donde alumnas y alumnos de la Telesecundaria y del Telebachillerato arriesgaban la vida por caminar en el arroyo vehicular, toreando a los coches y camiones. La dizque banqueta –que no era banqueta- era una franja de tierra que en época de lluvia se hacía un lodazal.
Le echamos montón y sin miedo al éxito ahora tenemos una banqueta pavimentada, cómoda y segura para las y los estudiantes y que, de paso, servirá para la gente que vaya al panteón a visitar a sus difuntos.
Así es cuando se trabaja al lado del pueblo. Gracias a todas y todos los que chambearon conmigo ayer.
*Diputado Local. Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso de Veracruz.