Mario Maldonado / El Universal
La crisis de Interjet llegó apenas unos meses después de que Andrés Manuel López Obrador tomara el poder como presidente de México. El tabasqueño, si bien tenía una buena relación con la familia Alemán, se dispuso a cortar todo tipo de subsidios y financiamientos públicos a los sectores económicos, incluido el de la aviación. La aerolínea que inició con un modelo de bajo costo fue subiendo de categoría y, tras una serie de malas decisiones administrativas y operativas en los años anteriores, terminó con una abultada deuda, aviones poco funcionales, conflictos fiscales y laborales, así como una mayor competencia de empresas nacionales y extranjeras.
El empresario Miguel Alemán Magnani, presidente de Interjet hasta diciembre del 2020, fue mal asesorado y en su intento por recomponer el vuelo de su empresa la terminó llevando a pique, acabando no solo con la aerolínea, que ayer se declaró en quiebra, sino con el prestigio familiar: la dinastía Alemán fue exhibida por deber impuestos, por no tener dinero para pagar un día de turbosina para sus aviones, con el embargo de las oficinas de su fundación, en la Ciudad de México, y otros inmuebles, y finalmente con órdenes de aprehensión que los obligaron a salir del país.
Desde el exilio en París, Francia, Miguel Alemán Magnani manda a decir que los socios que lo “defraudaron” tienen mucho qué explicarle a las autoridades mexicanas, a los cerca de 8 mil trabajadores, a los acreedores de la empresa y a sus clientes. El empresario, heredero de una fortuna político-empresarial construida a lo largo de más de siete décadas –su abuelo fue presidente de la República y su padre gobernador de Veracruz, entre otros cargos– asegura que el acuerdo con Alejandro del Valle y Carlos Cabal Peniche para cederles la mayoría de las acciones de Interjet era que le inyectaran dinero, se liquidaran los adeudos y se invirtiera en aviones, puestos de trabajo y otros servicios.
Al tomar el control de la aerolínea, a mediados del 2020, Alejandro del Valle y Carlos Cabal dijeron que invertirían 150 millones de dólares con la capitalización de fondos extranjeros, lo cual nunca sucedió y la historia de Interjet derivó en lo que finalmente se anunció este lunes: la sentencia de un juez que la declaró en quiebra y procederá al remate de sus bienes para pagarle, lo que alcance, a sus acreedores, incluidos los trabajadores.
Los 150 millones de dólares –continúa Alemán Magnani en una comunicación desde Francia–, se acordó en una asamblea y la prioridad fue el pago de impuestos, las liquidaciones y prestaciones de una parte de los trabajadores, y tener caja para operar y reestructurar la compañía. Sin embargo, el dinero nunca llegó porque no lo tenían y cometieron un fraude.
Miguel Alemán Magnani fue mal asesorado no solo por estos dos supuestos empresarios, sino por otros que lo veían como una puerta de entrada a los negocios del gobierno en diferentes sectores, puesto que formaba parte del Consejo Asesor Empresarial del presidente López Obrador. Quizá por eso tampoco escuchó al entonces consejero Jurídico, Julio Scherer Ibarra, quien desde el 2019 le sugirió declarar en quiebra a la empresa.
Las malas decisiones y compañías de Alemán Magnani lo pusieron donde está ahora: en el exilio, esperando regresar una vez que se “esclarezcan” las cosas, perseguido por el gobierno mexicano y con otra parte de su familia también en el extranjero (su padre, Miguel Alemán Velasco, de 91 años, vive en Boca Ratón, Florida, con su esposa, la ex miss Universo, Christiane Magnani).
La historia del empresario mexiquense Alejandro del Valle es más aterradora. En los inicios del sexenio de López Obrador, se presentaba ante sus cercanos como una especie de Rey Midas. Aseguraba que con el apoyo del entonces coordinador de Programas Integrales para el Desarrollo, Gabriel García Hernández, tenía derecho de picaporte en el gobierno e intentó hacer negocios con los cajeros del Banco del Bienestar y el IMSS. En mayo del año pasado fue detenido en la Ciudad de México y enviado al Reclusorio Sur, acusado de abuso sexual. También enfrenta cargos por fraude genérico. Logró obtener su libertad condicional, pero ahora dice estar peleado con su exsocio Carlos Cabal, con quien acordó la compra de las acciones del sistema Radiópolis a Grupo Televisa, a través de un financiamiento que les otorgó Crédito Real, que en un inicio iban a ser compradas también por la familia Alemán.
El otro involucrado de estas historias de terror, Carlos Cabal Peniche –perseguido también en los años 90– regresó a México al inicio del gobierno de López Obrador a ver qué negocios podía hacer, pero tras las nuevas acusaciones en su contra regresó a exiliarse en Italia. Por el caso de Radiópolis y Crédito Real también es buscado por las autoridades mexicanas, al igual que su esposa Teresa Pasini Bertán.
El patrimonio y el nombre de una dinastía política-empresarial y del espectáculo se dilapidó con Interjet, empresa en el que se entrelazan otras dos historias de terror de personajes con mala biografía y peores intereses.
Veremos si, como dice Miguel Alemán Magnani, las cosas se van acomodando positivamente y se encuentra la justicia, para poder volver a reunirse como antes, en México.