Por José Ortiz Medina
En los últimos meses han sido constantes los encuentros tanto públicos como privados.
En estos días, se difundió una vez más una foto en la que se ven muy alegres desayunando en Boca del Río.
Ahued andaría propalando la especie de que AMLO ya dio el “palomazo” para que él sea el coordinador de la campaña a la gubernatura de Rocío Nahle, en el 2024.
Ya lo que hace falta es analizar quién se quedará en lugar de Ahued en la presidencia municipal de Xalapa, en caso de que el comerciante del plástico se salga con la suya y coordine una campaña que no se antoja fácil, pues los del bloque opositor no se quedarán cruzados de brazos.
Y no siempre el suplente sube a la titularidad del poder municipal, pues luego se atraviesan otros intereses. Así que no es seguro que el abogado Alberto Islas Reyes asuma la presidencia municipal.
Pero lo que no sabe Rocío Nahle es que Ricardo Ahued nunca ha sido un político ciento por ciento confiable para los partidos que lo han postulado.
Así, por ejemplo, cuando fue diputado y senador votó como le dio en gana, mandando por un tubo a sus jefes políticos.
Y ya como jefe de Aduana, Ahued le dejó la chamba tirada a AMLO con el pretexto de que la entonces titular del SAT lo grillaba.
Asimismo, fue casi del dominio público el coraje que hizo Ahued cuando pidió a Pepe Yunes intercediera con su amigo José Antonio Meade, en ese entonces titular de la SHyCP, para que le fuese condonado el pago de 50 millones de pesos que debía de impuestos. Y como el funcionario federal no accedió a tal petición, Ricardo hizo su rabieta y de inmediato abandonó el PRI y pidió acomodo en Morena. Si alguien duda esto, que le pregunten a Pepe Meade.
Así es Ahued. Tantito algo no le parece o no obedece a sus intereses empresariales, tira la toalla o toma decisiones arbitrarias y unilaterales.
Y pues Rocío Nahle tiene su carácter. Es hembra alfa. Gritona, mandona, y sus malquerientes dirían que a veces autoritaria y prepotente.
Así que esa dupla, en el esquema que anda deslizando Ahued a los incautos, pues no va a funcionar.
Nahle necesitará en la madre de todas las batallas a un operador eficaz, alguien que ya ha demostrado en anteriores procesos electorales conocer a los grupos políticos distribuidos a lo largo y ancho de toda la geografía veracruzana. Alguien que cuando se le llame la atención por algún error –“errare humanum est”- la candidata no tenga temor alguno en señalar los yerros, y no alguien que haga su berrinche y aviente los guantes sólo porque “le alzaron la voz”.
Pero con lo necia que es, Rocío seguramente querrá experimentar en cabeza propia. Allá ella. Conste que aquí se lo advertimos.