Escribir sobre romances de personajes de la función pública, sin que esos amoríos interfieran en decisiones del ámbito institucional, es una clara invasión a la vida privada de las personas. Pero cuando estas relaciones sentimentales tienen una consecuencia en el entorno oficial, ya sea por el uso de recursos públicos con fines personales o abusos de poder, pues ya en este caso es plenamente justificado sacar a la luz pública estas historias palaciegas.
Esto viene colación, por una historia que ya circula en chats de whatsapp y presumiblemente con un sospechoso tufo de verdad.
Así, comentan que en la sede del Poder Judicial del estado de Veracruz, se tejen episodios del corazón pero con repercusiones en la impartición de la justicia.
Comentan que una dama empoderada, en el MÁS ALTO NIVEL, sostiene tórrido amorío con su secretario particular. El asunto sería de lo más banal y trivial, a no ser porque la pareja sentimental estaría fungiendo como “jefe” de facto al dar órdenes directas a los jueces para que actúen de determinada forma, con la amenaza de que si no ceden a las presiones, les caerá todo el peso de la ley, igual como -amagan- ocurrió con la ex jueza Angélica Sánchez.
Es bueno empoderar a las mujeres, pero cuando éstas a su vez empoderan a un zángano mediante truculentas relaciones personales, entonces la lucha feminista se convierte en una batalla sin sentido.






